Quizá no sea tu caso, pero si yo me encuentro un libro que se titula Atrévase a pensar como Leonardo da Vinci, tengo que leerlo sí o sí y mismamente ya, aunque sea naif por mi parte contar con la posibilidad de que poco más de 300 páginas me den las claves para que así sea y entonces pueda convertirme en algo así como genia y sabia, aunque fuera un poco, que ya sería mucho y molaría otro tanto.
Vale, dejo de soñar y sigo.
La historia es que hace unos días terminé el libro y hoy he pensado en compartir algunas de sus ideas, por si sientes curiosidad en cómo (parece ser) calibraba la cabeza del enigmático Leonardo, aquel hombre que vivió tropecientas vidas en poco más de 67 años: arquitecto, botánico, inventor, pintor, filósofo, geólogo, ingeniero, músico, etc. Y eso sin entrar en su mística.
El autor del libro, Michael J. Gelb, empieza dando algunas pinceladas sobre la biografía de Leonardo y el contexto en el que vivió (el Cinquecento) para luego centrarse en los que, para él, podrían ser los principios de su genialidad y proponernos algunos ejercicios e ideas para desarrollarlos.
También reflexiona sobre hábitos y rutinas del artista, que llevaba un diario personal y que se decía a él mismo cosas bonitas para no perder la motivación.
Leonardo también alternaba momentos de calma y meditación con horas de trabajo disciplinado y concienzudo. Era disciplinado, cuidaba su cuerpo y gestionaba muy bien el tiempo, eso está claro.
No lo vamos a ver todo (es que hay un minicurso de dibujo), pero te traigo las dos joyas del libro (a mi parecer): los 7 principios y un ejercicio imprescindible para identificar qué nos importa en nuestra vida.
Los 7 principios
Te adelanto que todos ellos son de sentido común. Es más, incluso se presentan desde un orden lógico y fácil de recordar: no se trata de conocerlos, sino de aprehenderlos e integrarlos en nuestras vidas para que éstas sean más ricas y creativas.
Ahí van, con una mínima explicación, que los mismos conceptos ya dan la clave.
1/ Curiosità.
La curiosidad como el motor para el aprendizaje continuo. Es un impulso natural que, de todos modos, necesita ser desarrollado. Según Gelb, Leonardo la mantenía viva, algo que le permitía una evolución constante en todos los campos a los que se asomaba: quería llegar a la esencia de todo.
2/ Dimonstrazione.
Da Vinci estaba comprometido con sus intereses y tenía una clara disposición a aprender de los errores e ir ajustando sus teorías desde la experiencia, buscando el máximo rigor en todo lo que hacía, no quedándose solo en la teoría, en lo que pensaba, leía o le contaban, cuestionando los dogmas y confiando en su propio criterio desde lo vivido, desde su propia experiencia, la que permitía validar, refutar o ajustar sus ideas.
3/ Sensazione.
«Saber cómo ver» como una de las máximas de Leonardo; ver desde todos los sentidos: mirar viendo, escuchar oyendo, tocar sintiendo, comer saboreando, moverse de forma consciente, inhalar identificando fragancias y olores, hablar pensando.
El sentir pleno para clarificar la experiencia, identificando las sensaciones que le rodean.
4/ Sfumato.
Este principio es, con el de la curiosidad y las conexiones, mis tres favoritos. Trata sobre la predisposición a abrazar la ambigüedad, las sombras y la paradoja; sobre la apertura a la incertidumbre para refinar un conocimiento que siempre tendrá más y más matices y que nunca será completo.
En la vida convive lo bueno y lo malo, la humildad y el orgullo, el cambio y la constancia, la vida y la muerte, etc. Y esto es así (y vale la pena recordarlo).
5/ Arte/Scienza.
Leonardo no concebía el arte sin la ciencia (ni al revés) ni la lógica sin imaginación.
Buscaba un pensamiento equilibrado, algo que podríamos relacionar con el cerebro integrado, aquél que tiende a que los dos hemisferios vayan a una de una forma ponderada.
6/ Corporalità.
Se refiere al cultivo de estar (y mantenerse) en forma y de la gracia corporal.
Nuestro genio daba largos paseos, nadaba, practicaba esgrima, montaba a caballo, etc. También cuidaba su alimentación y se acercaba a la salud desde una visión holística, abogando que éramos responsables de ella y que la enfermedad era un desajuste que la curación podía readaptar a la normalidad.
Tan interesado estaba en la salud que ofreció una serie de reglas para mantenerla: el ejercicio regular, la moderación en la alimentación, el dormir suficiente y bien, ser conscientes de los enfados, procurar ser positivo, llevar una postura erguida… (Vamos, que ya ves que esto de las recomendaciones para conservarse sanos no ha cambiado mucho desde el siglo XV).
7/ Connessione.
A Leonardo le fascinaba crear conexiones, aunque, en un principio, pudieran parecer absurdas y disparatadas. Lo interesante era buscar si dos elementos distintos podían crear sinergia.
Lo cierto es que mucho de sus inventos y diseños fueron resultado de esas combinaciones «imposibles» creadas en su imaginación, algo que parece ser que hacía desde niño.
Para él, todo está conectado, solo es necesario reconocerlo.
El ejercicio de las 100 preguntas
Cada principio de los anteriores tiene un ejercicio y recursos complementarios, algo que se agradece (ya sabes: teoría y práctica en equilibrio).
Gelb recomienda leer el libro de una sentada y luego, poco a poco, ir haciendo los ejercicios (algunos sencillos; otros no tanto).
Pero hay otro más (muy chulo y muy clarificador) que los precede y que no necesita posponerse.
Y, bueno, como creo que es la base de todo y que, si lo haces, puede que te ayude a identificar (o revisar) tus prioridades y valores, te lo explico a continuación.
Para hacer el ejercicio, resérvate una hora para anotar cien preguntas que se te ocurran y que puedan serte interesantes.
(A ver, 100 preguntas pueden parecer muchas y en algún momento puede que te estanques, cierto; pero, luego, como por arte de magia, te llegarán en batallón. Piensa que no hay restricciones en cuanto a temas: salud, familia, ética, el lobo de Alaska, etc. No desesperes y ponte música de fondo, que siempre ayuda. (Yo me puse ésta).
Una vez tengas las 100 preguntas, identifica los temas que hayan salido y haz grupos: no es una tontería, la agrupación de las preguntas te ayudará a identificar tus inquietudes (las actuales, que ya sabes que todo cambia).
El siguiente paso es escoger 10 de esas preguntas (las que creas que tienen más significado para ti) y, finalmente, numerarlas del 1 al 10 por orden de importancia.
Et voilà, ya tienes la lista de lo que es relevante para ti (en este momento de tu vida, puedes revisarla más adelante).
Pero no lo dejes ahí, reflexiona sobre las preguntas seleccionadas, indaga qué puede haber detrás y tenlas presentes, por si puedes o necesitas hacer algún ajuste en tus días para vivir más acorde y desde la coherencia.
Al fin y al cabo, hacerse preguntas, reflexionar y cuestionar lo que sabemos, leemos, escuchamos y vemos, es la clave para conocernos más. Y si nos conocemos más, somos más libres. O eso creo yo.
Apuntes finales
1/ Que Leonardo es «El hombre renacentista por antonomasia» lo sabemos todos desde el colegio sin importar en qué punto del planeta vivamos.
Es más, seguro que está en el TOP 10 de los pintores más conocidos del mundo, si no en el TOP 5, independientemente de si gusta o no. De hecho, justamente a mí, como pintor no me enamora. (Vamos, que no pujaría en una subasta por un cuadro suyo en casa ―si pudiera―, aun reconociendo su valía, que una cosa no quita la otra, pero es que prefiero a otros, es todo; ahora que también te digo que sí que tendría enmarcados sus bocetos y su diario).
Lo que, definitivamente, sí que me seduce (y me deja loca) de él es su polimatía, quizá la más famosa de la Historia.
Bueno, «me seduce» o me da un ataque de rabia, por pura envidia, según se mire.
Pero es que esta gente tan estupenda y tan válida para tantas disciplinas (Pitágoras, Hypatia, Aristóteles, Hildegard von Bingen, Tagore y tantos otros), si te pillan en un mal día, deprimen mucho, incluso más que en un día normal, al menos a mí.
En fin, mejor no compararse con los prodigios excepcionales y contentarnos en dejar que nos inspiren, que ya solo por eso nuestras vidas son mejores.
Sí, que Leonardo y compañía sean como las estrellas de ese refrán (de no sé quién, que encima no lo encuentro) que decía algo así como que los marineros se dirigen hacia ellas, no para alcanzarlas sino para que les lleve a puerto.
Incluso parece ser que Leonardo tenía su propia estrella: Leon Battista Alberti (1404–1472), otro de esos hombres universales que sabía de todo.
Pues eso.
2/ Seguro que has oído mil veces lo de «La curiosidad mató al gato», un dicho de esos que invitan a la cautela. No es que esté en contra (y en algunos casos puede que no esté de más recordarlo, que a veces la curiosidad puede dar lugar a la osadía y llevarnos a la estupidez), pero, sin curiosidad, ¿qué sería la vida? ¿No es acaso ella la que nos mantiene vivos?
Leonardo era curioso y no olvidemos todo lo que vivió gracias a ello.
Yo digo que, aunque no olvidemos lo que le pasó al gato (la cordura no tiene por qué sacrificarse), mantengamos la curiosidad y nos dejemos sorprender.
Concluyendo: hagámonos preguntas, creemos un criterio propio desde la experiencia, refinemos nuestros sentidos, abracemos las paradojas de la vida, equilibremos lógica e imaginación, cuidemos nuestro cuerpo, y no olvidemos que todo, absolutamente, está conectado.
Entonces, ¿quieres identificar esas primeras 100 preguntas?
[Nota final: Bill Gates pagó más de 30 millones de dólares (en 1994, así que imagínate en valor actual) por hacerse con un manuscrito de Leonardo (de 72 páginas), al que se le conoce como Codex Leicester: son apuntes científicos, en el que se mezclan dibujos, observaciones y teorías propias].