He pensado que el primer destello de este año podría ser un clásico con encanto: El Globo Rojo de Albert Lamorisse.
¿Y por qué?
Porque son 30 minutos mágicos en los que la alegría se mezcla con la tristeza (vamos, como la vida misma), porque la imaginación convive con la realidad y porque, sencillamente, es una película deliciosa.
Y bueno, porque también da para reflexionar un rato, claro está.
Espero que la disfrutes.
(El enlace va a la primera de las 4 partes).
OBJETIVO 1, 2 y 3: Acompañar al pequeño protagonista en su aventura al lado de un globo rojo por las bellas calles de París.