Uno de mis libros favoritos de siempre es Gog, de Giovanni Papini.
Me lo descubrió otro (magnífico) escritor, que es también amigo, Josep Antón Soldevila, un autor que te recomiendo que leas (y no porque sea amigo, sino porque tiene una obra realmente bella con la que te digo ya que fácilmente te sentirás identificado, que sus poemarios son muy humanos ―y muy fáciles de leer―). A ver si un día publico algo, pero la verdad es que me cuesta elegir solo una pieza de él.
Pero, bueno, centrémenos ahora en Gog.
Para ubicarte un poco, el personaje principal es Gog, un millonario excéntrico, cínico y egoísta que, como se aburre en casa, decide irse de viaje y entrevistarse con personajes reales de la Historia Universal que han sido influyentes en sus campos: desde Gandhi a Einstein pasando por Gómez de la Serna. Y así, hasta 70.
El objetivo es volver a casa con respuestas a una pregunta en concreto: ¿Por qué la maldad ha tomado las riendas del mundo?
Gog es un libro provocador en la que justamente la imaginación se mezcla con la crítica para llevarnos a una pregunta final: ¿En qué mundo vivimos?
He pensado en compartir contigo uno de los fragmentos que más interesantes me parecieron en su momento (y fueron muchos) y que me dio una perspectiva diferente que, todavía hoy, sigue dándome motivos para reflexionar.
En esta entrevista en concreto Gog tiene una conversación con un historiador británico, el Profesor Killaloe.
Así como preámbulo, para no transcribir todo el capítulo entero , y como si de un post de película se tratara…
Pinceladas previas
- La acción se sitúa un 10 de enero en un hotel de El Cairo.
- Gog conversa con el Profesor Killaloe, que está en Egipto para escribir uno de los últimos capítulos de su libro sobre la Historia Universal: el Reinado de Fuad.
- Le comenta a Gog que el último rey que aparecerá es Menes.
- Gog se muestra sorprendido con la decisión de Killaloe: Menes fue el primero de los faraones, no el último…
[Nota previa]: 1) el texto empieza justo desde esta última pincelada, 2) como es largo, he marcado las partes que me parecen más imprescindibles.
La Historia al revés
—Precisamente. Y el señor Baedeker está de acuerdo en esto con el señor Wallis Burge, con el señor Edward Meyes, con el senor Rtincters Petrie, con el señor Breasted y con todos los historiadores del antiguo Egipto. Su error, como el de todos los historiadores del mundo, procede de la encallecida imbecilidad, ahora milenaria, que hace comenzar toda historia por un hipotético principio para llegar hasta un fin próximo a nosotros. Todos los historiadores son extrañas criaturas que tienen los ojos en el cogote o en la espalda. Su superstición constante, convertida ahora en una costumbre, es la de proceder desde el tiempo pasado hacia el presente. Y es la razón por la que todos ellos, desde Herodoto a Wells, no han comprendido nunca nada de la historia de los hombres.
»Tome, por analogía, un libro inglés y un libro hebreo. El libro inglés se comienza a leer por la página número uno y se sigue así hasta el fin: el libro hebreo comienza con la que para nosotros sería la última página y así seguido se llega hasta la primera. Transportado este paralelo al método histórico tendrían razón los hebreos. El justo sistema para escribir la historia de un modo racional e inteligente es el de comenzar por los acontecimientos más recientes para terminar por los más remotos.
—¿Y la cronología?
—La cronología es una de las llaves de la historia y es respetada. Pero no destruyo la cronología si en vez de comenzar por el uno para llegar al mil, me apoyo en el mil para remontarme hasta el uno. Usted es víctima, como todos los profanos y todos los especialistas, de una costumbre mental absurda y que, sin embargo, ha dominado hasta hoy en las ciencias históricas.
Mi método, que consiste en retroceder desde el presente hacia el pasado, es el más lógico, el más natural, el más satisfactorio. El único que hace posible una interpretación de los hechos humanos. Observe que un acontecimiento no adquiere su luz y su importancia más que después de decenios o tal vez después de siglos.
»Si encuentro en 637 la entrada de los musulmanes en Jerusalén, esto no me parece más que un pequeño detalle de la expansión militar del Islam. Pero si parte de 1095, cuando se comenzó a predicar la primera cruzada, se abre ante mí el alcance incalculable del acontecimiento. Que los cristianos de Occidente sientan en un determinado momento como ofensa intolerable que el sepulcro de Cristo se halle en manos de los infieles y que de este sentimiento nazca el choque entre el Occidente y el Oriente y el principio de una nueva civilización, he aquí la clave de la importancia decisiva de la entrada de Ornar en Jerusalén. Son necesarios casi cinco siglos para que ese acto arroje sus enormes consecuencias.
»Si se trata de la historia de la Edad Media al revés, cuando llego al 637 estoy ya en posesión del verdadero significado de aquel hecho, porque ya me he encontrado antes con la entrada de los cruzados en Jerusalén en 1099. Y así con todos los demás hechos.
»Para comprender el imperialismo romano es necesario primero haber examinado las invasiones de los bárbaros, y sólo después de haber estudiado a Lutero se pueden entender las grandes órdenes monásticas del siglo XIII, como el conocimiento de Buda es necesario para la justa inteligencia de la India brahmánica. Las empresas orientales de Juliano el Apóstata y de Pompeyo deben necesariamente ser expuestas, si se desea, cuando lleguemos a Alejandro Magno, medir el alcance de su marcha a través de Persia.
»Sin haber narrado la aventura de Napoleón no se comprende nada de la Revolución francesa, y sin la Revolución no es posible tener una idea profunda de Luis XIV y de Luis XI. La última guerra europea es una premisa indispensable para reconstruir la formación de las monarquías nacionales en el cuatrocientos y en el quinientos. El «después» es lo que explica el «antes», y no viceversa. Por eso los historiadores antiguos y modernos no son nada más que cronistas con ojos y genio de topos. únicamente procediendo al revés, la historia se convertiría en una verdadera ciencia. Ha llegado el momento, en este terreno, de adoptar la regla áurea que ha hecho la fortuna de las ciencias: de lo conocido a lo menos conocido y hacia lo ignorado. Y lo más conocido para nosotros, ¿no es tal vez el tiempo en que vivimos? Ergo, el primer capítulo de toda historia debe estar siempre constituido por las últimas noticias, y el último de toda historia universal bien hecha no puede ser más que el relato de la Creación.
—¿Y cómo se las arregla para aplicar esta marcha inversa a las biografías?
Magníficamente. Ya se ha dicho que no se puede juzgar a un hombre hasta su último día, y juzgar quiere decir, para un hombre de ciencia, comprender. Para comprender a un gran hombre es preciso referirse, necesariamente, al día de su muerte. La vida de César comienza efectivamente en el día en que fue asesinado. ¿Por qué asesinado? De aquí podemos dirigirnos directamente a sus ambiciones, a sus campañas, a su dictadura. El paso del Rubicón nos abre el camino para comprender su anterior rivalidad con Pompeyo y ésta explica sus simpatías democráticas, que, a su vez, nos dan la llave de sus relaciones con Catilina. Si el párrafo final de la vida de César se refiere a su nacimiento, esto no es nada extraño: que César, según el método de los viejos historiadores, entre en el sepulcro, o penetre, con mi método, en el vientre de la madre, el resultado es el mismo: desde este momento, nacimiento o muerte, «César ya no existe».
—De modo que su historia…
—Mi historia se abre en 1919, con la paz de Versalles, y termina con la narración del primer día de la Creación, cuando, como se lee en el Génesis, «la tierra era soledad y caos, y las tinieblas cubrían el abismo». Como ve, principio y fin se juntan, diré que casi se funden e identifican. Caos y tinieblas al principio, caos y tinieblas al final. El gran anillo de la historia se cierra.
Apuntes finales…
No me digas que te ha dejado indiferente.
Bueno sí, dímelo si es así (ante todo, franqueza y respeto) pero contéstate a esta pregunta: ¿habías pensado alguna vez en esa alternativa de explicar la Historia universal desde el final?
Yo, gracias a Giovani Papini y su Gog, sí.
[Nota final]:
Si te gusta la idea y decides leer Gog, sepas que, si te engancha, tienes una segunda parte: El libro negro, igual de interesante.