Hay películas con una guerra de trasfondo en las que, aunque se respira el clima bélico, el conflicto es solo una excusa para adentrarnos a lo más profundo de nuestra parte más humana.
Mandariinid (Mandarinas) es, sin lugar a dudas, una de ellas.
Y es que durante 87 minutos esta joya cinematográfica —que lo es— te tiene el corazón en un puño viviendo la relación que establecen los protagonistas y cómo esta va transformándose a medida que la historia avanza.
Está entre las películas más interesantes que he visto en estos últimos tiempos y, de hecho, esta coproducción estonio-georgiana (sí, también se hace cine ahí) sigue siendo mi favoritísima.
Es una historia con una guerra abstracta en la que lo que menos importa es el enfrentamiento en sí y que se centra en las pasiones que nos mueven a los seres humanos.
La pregunta clave es la siguiente: ¿somos realmente violentos por naturaleza?
Y es que, si así lo fuera, ¿por qué, entonces, se intuye en los protagonistas una bondad que puede llegar a florecer de una forma pura más allá de la razón y de la enemistad más acérrima?
¿Exploramos?
7 Pinceladas
- La acción se sitúa en 1992, en la rural Abjasia (al noroeste de Georgia).
- El estonio y pacífico (a la par que pacifista) Ivo hace cajas de madera. Las hace para que su vecino Margus (también estonio) pueda guardar las mandarinas de sus árboles y venderlas después. La idea de Margus es volver a su tierra después de vender esta última cosecha.
- Ivo y Margus viven en un ambiente en el que el conflicto entre Georgianos y abjasios (que buscan su independencia) se respira y es patente en sus tierras.
- Los dos bandos tienen la intención de controlar la zona. Se mueven en jeeps y van armados con bazokas.
- En un ataque entre ellos, Ahmed un mercenario musulmán checheno —contratado por las fuerzas abjasias— y Niko, un soldado georgiano, que es cristiano, resultan heridos.
- Con la ayuda de Margus, Ivo acoge a los dos en su casa y ambos bandos, aunque enfrentados, se encuentran en el reto de tener que convivir juntos.
- Existe una regla: No pueden matarse bajo el techo de Ivo. Mientras estén alojados en sus cuatro paredes, se respetarán.
Y hasta aquí te voy a contar.
Apuntes históricos
- Durante los años de la Unión Soviética, Abjasia era una república autónoma dentro de Georgia.
- En 1991, tras la disolución de la URSS, Georgia se convirtió en estado y Abjasia pasó a formar parte de él.
- El 23 de julio de 1992, el pueblo de abjasia decidió declarar su independencia.
- Lo hizo de forma unilateral y debido a los roces (sobre todo de matiz étnico) con el gobierno georgiano.
- Estalló entonces un conflicto que, aunque breve, fue muy agresivo entre las partes implicadas.
Y en ese contexto se ubica la historia.
Batallón de reflexiones: la gran lección de Mandariinid
Para mí, el gran mensaje de Mandariinid es éste: «SÉ HUMANO y haz siempre lo correcto desde la humanidad que tienes dentro, que el mundo será mejor. Mucho mejor.»
Se relaciona con aquello de practicar con el ejemplo y nos recuerda que todos aprendemos por repetición, desde niños.
Ivo hace lo correcto más allá de cualquier dilema y cree en la humanidad y en la bondad más allá de cualquier malentendido.
Es un personaje misterioso y hermético pero tiene claro lo ridículo que es el enfrentamiento y que las rencillas no aportan absolutamente nada, más bien todo lo contrario.
Y actúa de forma consecuente y coherente, sin dudar y sin sentir necesidad alguna de argumentar sus actitudes.
Ivo es así de aplastante.
Y lo mejor es que crea un efecto dominó que acerca incluso a dos enemigos declarados.
De alguna manera se trata de que aunque todos los personajes (así como el resto de los habitantes de esta tierra) tengan todos su propia historia y todas disten entre ellas, siempre hay un eje común en el que comparten sueños y miedos, miserias, razones, alegrías, tristezas e historias de superación.
¿Te acuerdas de Rousseau cuando afirmaba que el hombre es bueno por naturaleza hasta que se demuestre lo contrario?
Es verdad que hay situaciones en la vida puede llevarnos a la violencia y despertarnos nuestra parte más reptil pero, ¿y si la bondad está en un vestigio más hondo que la violencia y puede hacer que la compasión y el respeto gane la última batalla que es, de hecho la más importante? ¿Y si fuera posible cultivarla en previsión para que floreciera a tiempo y evitara males mayores?
Es lo que yo me pregunto al ver la película y viendo la evolución de Ahmed y Niko.
Si el odio y resentimiento pueden paliarse con el perdón, con la comprensión, con una complicidad que nace de una compasión intuitiva que no requiere palabras, ¿no viviríamos mejor?
Es más, si nos podemos reconocer en el otro, ¿acaso pelearemos?
Y es que si nos reconocemos, si te reconoces al otro, nos encontramos con la empatía.
Y la empatía no aleja, sino que acerca.
¿Nos mueve lo mismo? Quizás sí…
¿Las similitudes pesan más que las diferencias? ¿Podrían hacerlo? ¿Por qué cuando hay un problema mayor la tendencia es ayudar en masa sin importar quienes es la víctima?
En definitiva, si todos somos de la misma familia humana, ¿de verdad que no podemos evitar los encontranazos de turno desde el principio?
Lo sé, muchos intereses de por medio pero «Y si…»
Pero bueno, paro aquí, no sea que me tilden como «la más preguntona de toda La Red» que hoy me estoy pasando.
Apuntes finales
La próxima vez que te encuentres en una situación de conflicto, antes de llegar a las manos o a las armas (ambos casos son metafóricos, que quede claro), pregúntate si hay algo que te acerque a tu potencial oponente, que seguro que lo hay.
Y bueno, muy a las últimas, si te es imposible encontrar alguna similitud, opta por encontrar un enemigo en común (en el caso de Ahmed y Niko, los rusos) y quizás desde ahí, consigues proseguir.
Quédate con esto: el acercamiento a conocer al otro desde el respeto puede poner punto final a enemistades ancestrales y restituir el sentido real de lo que significa humanidad.
Y no es poco.