A veces nos resistimos a ver una película porque consideramos que es demasiado «algo».
Un «algo» que puedes traducirse por comercial, experimental, tonta, lenta, complicada, porque sale ese actor que no soportas ni en pintura o porque es inverosímil.
Cargada de prejuicios, (a ver, ¿desde cuándo un pez habla y se va de aventuras?) me resistí muchísimo a ver Buscando a Nemo hasta que después de mucha insistencia de una amiga recomendándomela la vi y sí, tuve que sucumbir a sus encantos.
¿Reflexionas sobre la historia conmigo?
7 Pinceladas
- Nemo es un pez payaso menudo —de tamaño, de edad— que tiene una pequeña malformación desde su nacimiento.
- Nemo está sobreprotegido por un padre, Marlin, que ya perdió a su «mujer» ( Coral), cuando quiso defender a sus huevos del ataque de una barracuda.
- Nemo es curioso y se escapa en busca de aventuras.
- Desesperado y preocupado, su padre sale en su búsqueda y conoce a Dory, que le ayuda en el camino,
- Nemo acaba en la pecera de un dentista.
- Ahí, con la ayuda de sus «compañeros de pecera» traza un plan para volver a su casa mientras su padre y Dory siguen buscándola.
- Al final… (nada, no te lo cuento).
Batallón de reflexiones: 7 lecciones
#1. Sal de tu zona de confort.
Es fácil vivir en una burbuja, sin salir de tu zona en la que te manejas bien y no te supone mayores retos pero fíjate lo que aprende Marlin cuando se lanza a buscar a Nemo enfrentándose a sus miedos: todo un mundo.
Incluso aquello que parecía imposible luego se convierte en divertido y enriquecedor.
Si así lo sientes, ¿por qué no aventurarte a lo desconocido?
#2. Acepta la ayuda de los demás y recuerda que, en equipo, puedes más y mejor.
Nemo puede trazar un plan de escape gracias a sus compañeros de pecera y Martin se hace más fuerte con Dory a su lado.
En ambos casos, la cooperación es de suma importancia para el éxito de ambos.
¿Hubieran podido conseguir lo mismo solos? Seguramente no, o les hubiera costado muchísimo más.
Ni unos ni otros se conocían de antes pero pudieron ayudarse y se ayudaron.
#3. Respeta la diferencia.
La mayoría de los personajes tiene alguna peculiaridad física o mental, muchas veces etiquetada como «tara» o «minusvalía»: Nemo tiene una ala más corta, Sheldon tiene intolerancia al agua, Dory tiene poca memoria, Bruce el tiburón tiene adicción a la comida, Gurgle es el eterno pesimista, Gill tiene una ala dañada… Y así.
Lo que es interesante es que todos están normalizados, sin estigmas y muestran respeto los unos a los otros.
Sus particularidades no les definen ni les etiquetan. Todos conviven con el resto y, más allá de sus diferencias.
#4. Siempre hay un motivo para superarse.
Al principio de la película, Nemo le pregunta a su padre por la edad de las tortugas de mar a lo que Marlin solo le puede contestar con lo que dice su vecina, Sandy Plankton, que viven hasta los 100 años.
Cuando Marlin está buscando a Nemo, el destino le lleva a conocer a las tortugas y les puede formular la pregunta directamente así que cuando está en el interior de la orca encuentra una razón para salir de la situación: tiene que darle a Nemo la respuesta : 150.
Marlin ha cruzado el atlántico, sabe más que Sandy y tiene una motivación para seguir viviendo.
#5. Tu familia siempre estará ahí para ti.
Tu familia quiere que estés a salvo y siempre velará por ti.
Sí, cierto, los padres pueden ser lo más pesado del mundo pero, muchas veces, tienen sus propias razones por las que te aconsejan hacer o no hacer qué.
Se pueden equivocar o no dar en el clavo (al final, sus consejos vendrán de sus propias experiencias) pero si los necesitas, están «al segundo».
#6. No subestimes el poder del humor.
Lo de «¿Hablas balleno?» y ponerse a hablar como una ballena —o pretenderlo— es tan sumamente ingenioso que si lo recuerdo, sonrío de forma automática.
¿Cuántas veces necesitamos reír y coger perspectiva desde el ángulo más payaso? Muchísimas. Si no, la vida sería demasiado convencional, aburrida y predecible.
La pregunta es hasta qué punto nos regalamos momentos con «panzadas de risa» que nos cambien el día de mal a bien y de bien, a mejor.
#7. En los momentos de bajón, sigue nadando, nadando, nadando.
¿Qué no tienes que hacer en los momentos difíciles? Parar y tirar la toalla.
Lo que tienes es que seguir dando pasos, uno tras otro, siempre hacia delante y sin mirar atrás.
Apuntes finales
Lo he dejado en 10 puntos pero estoy segura de que, estrujándome un poco más la cabeza, daría con nuevas reflexiones.
Empieza tu día con curiosidad y ya sabes, sigue nadando, que el trayecto continúa y seguro que será entretenido.