La señal avisa: en las siguientes 22 millas (35km) no hay nada de nada. ABSOLUTAMENTE NADA.
De primeras suena un poco desesperanzador, la verdad.
Sobre todo asumiendo que te la encuentras con ella porque tienes que seguir ese camino si o sí, para llegar a tu destino.
De algún modo te dice…
1) tomátelo con calma.
2) siéntete bienvenido al mundo del tedio.
Y 3) no esperes sorpresas: no hay ni cafeterías, ni gasolineras, ni fantasmas, ni tan siquiera una ligera bifurcación que vaya a proporcionarte el más ligero entusiasmo.
La gran decisión es qué hacer al respecto: ¿poner música alta y cantar a todo pulmón? ¿Disfrutar de esa infinita soledad? ¿Seguir sin más porque te da igual? ¿Empezar a rezar a los Dioses para no sufrir una avería? ¿Apretar el acelerador para «acortar» el camino? ¿Entrar en pánico mientras recuerdas alguna película de terror?
(Por supuesto vamos a dar por hecho que el depósito de gasolina está lleno).
¿Cuál crees que sería tu sensación?
(…)
Nunca me he encontrado una señal así en la carretera, pero quizás lo hubiera agradecido en algunos momentos de mi vida en los que no pasaba nada… o al menos lo parecía.
Digo «quizás» porque no lo tengo muy claro; y «parecía» porque, al final, todo tiene su cometido… Igual que esas 22 millas solitarias, dispuestas ahí para acercar un poco más al viajante de turno a su destino, vaya donde vaya, sin importar cuán lejos está de él, ni cuánto lleva recorrido.
Una señal de este tipo es un arma de doble filo.
Por una parte, es útil. Al fin y al cabo, te previene de que te lleves una decepción con una dosis de perspectiva y otra de aceptación y serenidad. (Ya no para que bajes las expectativas, sino para que las obvies totalmente).
Pero, por otra parte, si te la tomas muy en serio, creo que (paradójicamente) te puede llegar a crear una expectativa negativa que aniquile la magia y apueste por la desidia, que tampoco me parece lo ideal.
En la carretera tengo claro que quiero esas señales, incluso algunos avisos de ellas muchos kilómetros antes; en la vida, reconozco que tengo contradicciones.
Lo ideal sería escoger en cada caso, algo imposible porque la decisión dependería saber de un futuro que, en ese momento, por supuesto, sería desconocido.
Así que nada, mejor aceptamos lo que viene y seguimos poniéndole actitud.
Termino con una idea de «última hora»: ¿Qué tal si la señal fuera más sugerente y diera cabida a algo más allá de la «nada»?
Mi propuesta sería algo así como…
OBJETIVO 1: Pensar un poco sobre los indicadores en tu vida. ¿Identificas alguno? ¿Te hacen bien o no tanto?
OBJETIVO 2: Recordar algún momento de tu vida en el que hubieras querido un indicador. Y al contrario, que mejor no lo hubieras tenido.
AUTOR: No lo sé, pero me encantaría saberlo. Si lo conoces, házmelo saber y le doy su merecido crédito.
CATEGORÍA: Imágenes que crean todo un mundo en tu mente.