Hoy empiezo a piñón, sin preámbulos.
Mira la foto de a continuación. ¿Reconoces qué es?
Sí, es una rejilla de ventilación.
La cuestión es si has añadido o no un complemento a la descripción, algo que habrás hecho si, al observarla, de algún modo te ha llamado la atención.
Entonces, te habrá parecido una rejilla de ventilación…
- curiosa;
- simpática;
- todo un puntazo;
- o nostálgica, por ejemplo.
Si ha sido así, genial (y qué tiemblen los que jueguen alguna vez contigo al cluedo). En caso contrario, te invito a que la observes otra vez…
(…)
Entonces, ¿has podido ya darte cuenta de su peculiaridad?
A mí me parece un guiño genial, una de esas genialidades que hacen que el mundo sea más agradable, más simpático, incluso más divertido.
Y, no sé, me hace pensar en lo siguiente.
Primero, en todo lo que nos perdemos cuando no prestamos atención ni observamos de forma consciente lo que nos rodea. Y quién dice «lo que nos rodea», dice «qué y cómo pensamos y sentimos».
No es lo mismo ver que mirar, ni mirar que observar. ¿Vemos? ¿Miramos? ¿Observamos?
Y segundo, que no podemos desestimar nuestra capacidad para regalar momentos de inspiración, sosiego, ánimo.
¿Y si esa rejilla alegró el día a alguien que necesitaba una sonrisa en ese preciso momento de su vida?
Objetivo 1: Pone atención a las rejillas.
Objetivo 2: Cuando hagas algo, lo que sea, imprégnalo con una sonrisa que trascienda el momento y pueda llegar a alguien más allá de las coordenadas de tiempo y espacio.
Créditos: Metro de Estocolmo.
Categoría: Mensajes escondidos, pero no tanto.