Turno para un corto de Pixar protagonizado por un cordero.
Lo descubrí gracias a una amiga de esas estupendas que tengo (gracias, Lucy) y me lo guardé en el almacén para compartirlo un día en el blog.
Y ese día… es hoy.
Con el protagonista, recordaremos la importancia de confiar en nosotros mismos para no dejar que aquello que nos duele (que seguirá llegando, y de la forma más variada, así es la vida) no permita olvidar todo lo que somos ni tampoco lo bueno que nos rodea.
Pero la historia va más allá y también nos ayuda a reconocer: 1/ hasta qué punto tener un conejílope en nuestras vidas (o serlo en la vida de los demás) es imprescindible para seguir confiando (y brillando) más allá de unas circunstancias puntuales que pueden hacernos tambalear; y 2/ que no podemos dejar que las reacciones y opiniones ajenas nos alejen de lo que somos o podemos llegar a ser.
Vivamos lo que tengamos que aprender (desde todo ese rango de emociones que nos hace ser lo que somos, humanos) y arreando, que es gerundio.
… Y que el abrigo de lana no sea lo que nos hace feliz, ni que su falta ni los chismorreos nos arrastren al vacío.
A veces vas mal, a veces mejor;
si te sientes fatal mira a tu alrededor.
aún tienes un cuerpo y patas y pies,
la cabeza en su sitio, perfecto, ¿Lo ves?
Como siempre, la buena actitud lo es todo. NO LO OLVIDEMOS.
¿Brincamos? ¡Brinquemos!
Objetivo 1: Pensar si en algún momento de tu vida te sentiste especialmente esquilado. ¿Cómo lo viviste? ¿Tuviste algún conejílope a tu lado? Si es así, ¿por qué no le escribes algo bonito recordándole cuán importante fue para ti que así fuera? Puede parecerte una tontada o una ñoñez, pero seguro que le hace ilusión.
Objetivo 2: Recordar alguna ocasión en la que pudiste ser conejílope para alguien. Cuando la tengas, felicítate, ¿no?
Créditos: Pixar Animation Studios.
Categoría: De corderos brillantes y sabios conejílopes.