¿Cuántas teorías y ensayos se habrán gestado sobre la cooperación, el valor de la diferencia y la importancia de trabajar en equipo?
Pues, como mínimo, trillones.
Y entonces va y aparece un cuento tan eficaz como cualquier tratado que se haya podido escribir sobre una temática que puede considerarse compleja y obtusa, lo sea o no.
Es el caso de la historia de hoy en la que unas herramientas se reúnen en asamblea para discutir sobre sus funciones en la carpintería.
Puedes encontrar el cuento en La culpa es de la vaca de Jaime Lopera Gutiérrez y Marta Inés Bernal Trujillo.
¿Qué eres tú?: ¿un martillo? ¿Un clavo? ¿Una lija?
El cuento
Hubo en la carpintería una extraña asamblea: las herramientas se reunieron para arreglar sus diferencias.
El martillo fue el primero en ejercer la presidencia, pero la asamblea le notificó que debía renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado ruido, y se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo reconoció su culpa, pero pidió que fuera expulsado el tornillo: había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
El tornillo aceptó su retiro, pero a su vez pidió la expulsión de la lija: era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
La lija estuvo de acuerdo, con la condición de que fuera expulsado el metro, pues se la pasaba midiendo a los demás, como si él fuera perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo, utilizando alternativamente el martillo, la lija, el metro y el tornillo.
Al final, el trozo de madera se había convertido en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedó sola otra vez, la asamblea reanudó la deliberación.
Dijo el serrucho:
—Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestras flaquezas, y concentrémonos en nuestras virtudes.
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba solidez, la lija limaba asperezas y el metro era preciso y exacto.
Se sintieron como un equipo capaz de producir hermosos muebles, y sus diferencias pasaron a segundo plano.
Momentos de Reflexión
Recuerda que, seas la herramienta que seas, eres perfecto para tu cometido en esta vida.
Y es que el serrucho del cuento tiene razón y el problema está en querer ser un clavo cuando eres un destornillador. O que los que te rodean decidan que eres una lija cuando, de hecho, eres un martillo.
Sabiendo quién eres y qué puedes ofrecer, y reconociendo a los demás por lo que son y por lo que valen, ¿no sería todo más fácil y mucho más armónico?
¿No te apetece formar parte de algo así como «La carpintería del Mundo más preparada para hacer de la madera la más auténtica obra de arte»?