Estaba pensando en la curiosidad que me despierta que una palabra o un concepto se ponga tanto de moda, aunque haya existido desde siempre.
Es el caso del concepto de hoy: la resiliencia y la importancia de ser resiliente.
Desde mi punto de vista, es una de las palabras más trendy del 2015 que estamos a punto de dejar.
Y, bueno, no deja de ser interesante porque, al fin y al cabo, se relaciona con una actitud imprescindible desde los inicios de la humanidad: superar los baches que nos vamos encontrando en nuestros días para seguir viviendo lo mejor posible.
Sea como sea, aprovecho la coyuntura para repasarla contigo contándote qué es, de dónde viene y recordarte las herramientas que siempre tienes a tu alcance, las mismas que te ayudan a superar los retos de una manera más «placentera» (o lo menos traumática posible) desde que tienes uso de razón.
Es mas, te invito a que te quites presión con eso de querer ser resiliente «porque es lo que nos dicen que tenemos que ser o conseguir», que todavía suena más a quimera.
Yo no creo que haya personas «resilientes» y otras «no resilientes», sino que algunas desarrollan la resiliencia más profundamente que otras, según los episodios y los obstáculos que se van encontrando en su vida y cómo los van superando y aprendiendo de ellos. Y eso es muy distinto.
Pero, vamos, lo de la resiliencia no es nuevo, ni inalcanzable ni uno necesita un plan de emergencia para encontrarla (o un máster universitario o 10 seminarios), ni tampoco es El Dorado: no es un objetivo en sí, la resiliencia te la enseña la misma vida, la reflexión y una pregunta: «¿cómo, yo, me enfrento al fracaso, a los golpes y reversos de la vida?»
Total que, aun desconociendo la edad que tienes, e incluso quién eres, sé seguro que, si sigues en este mundo vivito y coleando, y has tenido tus días de «trágame tierra» (que no lo dudo: la vida es así) , eres resiliente. Fin de la historia.
(En todo caso, pensar lo contrario, ¿te ayudaría?).
No dejes que los (nuevos) conceptos te mareen más de la cuenta, será un sin vivir.
Notas iniciales
De primeras, un poco de etimología con sorpresa: la palabra resilencia pertenece originariamente al vocabulario de la metalurgia y la ingeniería.
En el diccionario leemos que se trata de «la capacidad de algunos materiales para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora».
(Ya ves, poesía en el sector del metal).
En el campo de la psicología (y a modo metáfora —buen pillaje —), se adaptó como «la capacidad humana para hacer frente a los obstáculos de la vida en tanto a salir reforzados o incluso transformados de la situación».
Mhhh, espera, ¿acaso los obstáculos son algo nuevo del siglo XXI? Pues eso.
Asumásmolo, en la vida hay obstáculos, contratiempos, bofetadas del destino, hechos que rozan el surrealismo, espaldarazos, fatalidades, fracasos y desastres naturales.
Lo bueno (o menos malo) es que, aceptados de antemano como realidad y parte de la vida (esa que es una aventura en sí misma), uno puede ir cultivando una mejor actitud para hacerles frente cuando aparezcan. Fin del misterio.
Sin olvidar aquello de «Lo que no mata, te hace más fuerte», aunque no sea cierto: al igual por el mero hecho de sufrir me hago más fuerte, al igual. (Qué va). En todo caso, lo seré después de ingeniarme la manera de reinventarme desde ahí, desde esa aceptación del sufrimiento, y desde la actitud, la flexibilidad y la valoración de las alternativas a mi alcance para poder vivir mejor.
De resiliencia sabían un montón los estoicos, que tenían muy claro aquello de que, ante cualquier circunstancia, uno mejor se centra en lo que pueda controlar y acepta lo que no, sin volverse loco de remate por no poder hacer nada al respecto. Y yo creo que justamente el estoicismo inspiró la Plegaría de la serenidad.
Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia. ―Reinhold Niebuhr
Resiliencia en forma
#1. Emociones positivas al abordaje.
De la misma manera que la mejor preparación es la base de la mejor improvisación (porque entonces tienes más recursos), el mantenerte positivo te permite vivir los reveses con mayor aceptación.
Visto así, no parece tan complicado, ¿verdad?
Las emociones positivas son las que nos ayudan a mirar y explorar la situación desde una nueva perspectiva. Y a ésas vamos.
#2. Esto también pasará.
En los momentos de «bofetada», mantén la perspectiva y recuerda que «esto también pasará».
Ayúdate buscando algún momento de tu vida que pensabas que no podías superar. Seguro que encuentras más de uno. Y de dos. Y de 3.
#3. Las penas compartidas son menos penas.
Busca apoyo en los tuyos (familia, familiares postizos o amigos).
Y no te dé reparo: tú también los atenderías si los vieras de bajón.
Eso sí, ayúdales a ayudarte. ¿Qué necesitas? ¿Te vendría mejor un abrazo o una sonrisa? ¿Crees que te ayudaría airearte dando un paseo por la playa o subir una montaña? Da pistas, siempre será más fácil.
«Todos para uno y uno para todos», como D’Artagnan y los demás.
Apuntes finales
El entender que para ser resiliente no hay que hacer grandes cosas (ni cursos ninja ni esforzarse más de la capacidad de autoobservación) y que la resiliencia es una capacidad innata que solo requiere adoptar nuevas perspectivas al asunto que nos reta, 1) nos quita presión y 2) nos ofrece una mayor capacidad para abrazar los futuros contratiempos de una manera más abierta y confiada, que siempre ayudará a superarlos con mayor fluidez y de una forma más estoica;
En definitiva, que no se trata de evitar el dolor, sino de sostener una mayor perspectiva y de ir sobreviviendo cada vez mejor para seguir creciendo cada vez en mayor armonía, que no es poco, pero que es posible.
¿Qué la vida nos pone un nuevo bache y un día lleno de calabazas? Pues quizás podemos aprovechar el bache para convertirlo en un impulso a ir un poco más lejos; y las calabazas, para hacer una tarta gigante y hacer una reunión con tus amigos.
Y no olvides que siempre podemos escoger qué pensar y en qué creer. Y esa es nuestra responsabilidad.
[Nota extra]: Una buena manera de ganar consciencia sobre tu manera de lidiar con imprevistos y responsabilidades es tomando notas, escribiendo un diario personal donde plasmar pensamientos y creencias, anécdotas y cual ha sido tu actitud frente al día que has dejado atrás.