No sé si sabrás que la primera fotografía (considerada como tal) es de 1826, aunque parece ser que la mayoría de los historiadores consideran 1839 como el nacimiento de la fotografía.
Lo que está claro es que, por entonces, poco podían suponer lo mucho que podría evolucionar su tecnología, especialmente en estas últimas décadas con la llegada de teléfonos móviles con cámara incorporada, y también con los avances técnicos que permiten fotografiar perfectamente tanto a un colibrí abeja o las vistas de la Tierra desde el espacio. (Eso, sin entrar en los programas de retoque que pueden crear tropecientas realidades paralelas).
Podríamos decir que, a día de hoy, todo es retratable y que, según cómo, cualquiera de nosotros puede inmortalizar lo que nos plazca, ya sea de una manera más profesional o del todo aficionada, únicamente teniendo un móvil a mano. Que, evidentemente, me lleva a otra reflexión, ¿acaso no es el móvil el objeto más democratizador jamás imaginado?
Pero retomemos el tema del arte fotográfico y el destello en sí: ¿cuántos tipos de fotografía podríamos distinguir?
Vamos a ver las que se me van ocurriendo a mí (asumiendo que me dejaré muchísimas o que alguna podría ser agrupable):
- la fotografía de eventos (familiares, sociales, corporativos, deportivos o culturales, da igual);
- la documental (vamos aquí a incluir también la periodística, la de denuncia y la antropológica);
- las biográficas (retratos o autoretratos: la foto del documento de identidad pero también una fotografía familiar o con amigos);
- la científica (ya sea del átomo o del cosmos, englobo micros y macros);
- la de paisajes (naturales o urbanos);
- la correspondiente a la flora y fauna;
- la publicitaria (producto, servicio, equipo corporativo, cosas así);
- la de viajes (en Samsonite o mochila, no importa);
- la artística (el Arte por el Arte, por la belleza);
y, para terminar la lista, ya puestos, yo añadiría, «la fotografía pa’ el Insta», aquella pensada para añadir a ese baúl de recuerdos online que se comparte en público… Un apunte que me recuerda a otro tipo de fotografía: la culinaria. ¿Sería ésta una categoría o una etiqueta? Ay, esos dilemas del mundo del catálogo, siempre en constante cambio.
De todos modos, más allá de la temática de una fotografía, yo registro las fotos en dos grupos: las que me hablan (y, por tanto, me hacen pensar ni que sea un microsegundo) y las que no. De hecho, confieso que solo me interesan las del primer grupo, normalmente fotografías que inmortalizan un momento que me sugiere, ya no solo su presente, sino también su pasado y su futuro: esas son las que me molan, las que me cuentan (o parecen que me cuentan) un secreto en el tiempo.
Y, ahora ya sí, llegamos al destello de hoy, para mí, «un BINGO fotográfico»: me invita la reflexión y me presenta una historia más allá del momento inmortalizado.
Así pues, a ti, que me estás leyendo, te presento a Anoush, (nombre ficticio que me saco de la manga*).
Sí, esta mujer menuda me deja loca, totalmente noqueada: es por su lenguaje corporal, por su mirada, por su manera de sostener el kalashnikov; es también por esa fuerza y determinación que me transmite que ella no entiende de rendiciones, que está predispuesta y comprometida a proteger a los suyos y a custodiar su hogar hasta las últimas consecuencias.
Y no, no creo que quiera morir, que además está claro que es una superviviente (y eso requiere mucha actitud), pero es como si tuviera tan asumida la muerte que la ha trascendido en vida; y supongo que, justamente también por eso, por todo lo vivido y por la idea que puede tener de lo que podría esperar de su mañana, su mirada abarca una línea temporal tan vasta.
De hecho (adelantándote que son datos públicos de las Naciones Unidas, a la que pertenece la foto), si piensas en su edad (106 años) y el momento en el que fue tomada la fotografía (enero 1990), sabemos que Anoush nació en 1884. Y solo falta conocer un poquito de Historia (poquísimo) para adivinar que no conoció una vida en la que faltara el conflicto ni la violencia.
¿Contextualizamos? ¡Contextualicemos!
De primeras, en 1884, Armenia pertenecía al Imperio Otomano (que no era nada benevolente con los armenios, primer país cristiano de la Historia, por cierto). 10 años después, siendo una niña, vivió el primero de los dos grandes genocidios que le tenía preparado el destino (el siguiente, sobre sus 30); pues, a esos episodios (trágicos incluso por separados) sumemos a su biografía dos guerras mundiales, el periodo soviético (que, visto así, quizá fue el más tranquilo de su historia) y luego, para rematar, los conflictos durante décadas con Azerbaiyán. De hecho, la fotografía fue tomada en uno de estros encontronazos con el país vecino por el control de Nagorno-Karabaj (actualmente parte de Azerbaiyán) justo exactamente hace 30 años. SOLO 30 años…
Sabiendo algo más de su historia, ¿se entiende mejor su mirada, su aura, su todo? ¿Te imaginas lo que habrá visto y vivido? El verdadero milagro es que, después de tanta (objetiva) calamidad, siguiera viva y con ganas de seguir luchando.
Y esa mirada, esa manera de sostener el rifle me trastoca el alma, una bofetada de esas «merecidas» cuando nos quejamos por cualquier tontada, nos disgustamos porque el día no es ideal o nos dejamos la vida por defender minucias en una sociedad cada vez más polarizada.
Creo que podemos interpretar la fotografía de mil maneras distintas y encontrarle muchísimos mensajes, por lo que estoy segura de que también hay uno para ti.
Es verdad que no me atrevo a decir «me gusta», pero sí que debo reconocer que me fascina, y mucho: es que, ya no es solo que me hable, sino que me grita y me da un bofetón, cada vez que la miro, recordándome cuantos submundos hay en el mundo y lo poco que sabemos de ellos; que vivir en paz es un privilegio; y que quizá perdemos demasiado tiempo en sandeces, que seguramente es así.
En todo caso, en esos momentos en los que parezca que se acaba el mundo y que no puedes hacer nada más que tirar la toalla, te invito a recordar a Anoush y esa mirada suya de: «la rendición no es una opción. No me insultes ni pierdas el tiempo: vete a por el rifle**».
Objetivo 1: preguntarte qué mensaje tiene para ti el momento inmortalizado.
Protagonista: Anoush
Créditos: Armineh Johannes. (La fotografía pertenece al archivo de las Naciones Unidas y tiene licencia Creative Commons).
Categoría: bofetadas gráficas.
* si sigues el blog desde hace algún tiempo, sabrás que siento el deber de bautizar a los anónimos (sean reales o personajes de ficción) y a también a algún objeto: ¿o no conoces a Candela?
** ‘rifle’ en sentido metafórico, por supuesto.