Me llegan a decir hace unos años que escribiría algo sobre McDonald’s (yo, que nunca probé una Big Mac) y me hubiera partido el diafragma, por la carcajada tan enorme que hubiera soltado.
Pero aquí estoy, porque he visto El fundador, la película de su historia, y sí, me ha parecido interesante y digna a dedicarle unas líneas, aunque algunos episodios y comportamientos den mucha rabia, que también.
Eso sí, como aclaración previa, que no haya probado sus hamburguesas no quita que…:
1) haya comido algún que otro aro de cebolla. (Pocos, pero alguno).
2) me haya tomado algún que otro café con leche en esa nueva etapa de reinvención que empezó hace unos años. (Bastantes más que aros, pero el café es arábica y eso, yo, lo tengo en cuenta).
3) empezara a respetar «algo» su negocio (más allá de su imperialismo, que es un poco feo) porque conocí a gente que había trabajado muchos años en la compañía, y, oh sorpresa, me rompieron muchos estereotipos que, reconozco tenía y que parece ser que no eran del todo merecidos (sin quitar su halo imperialista, repito). Y no, ellos no tenían por qué defender (para nada) su etapa ahí, que, además, ya hacía tiempo que había terminado y habían seguido sus propios caminos. Total que, viendo ahora la película, algo de los inicios del restaurante debieron quedar, y eso me parece loable, que una cosa no quita la otra.
¿Te ubico y empezamos?
7 pinceladas
- Ray Kroc es un comercial de 52 años al que la vida le va bien, pero que siempre aspira a más.
- En 1954, Ray se encuentra vendiendo batidoras múltiples a los restaurantes de carretera y no le está resultando fácil.
- Su secretaria le informa que han recibido un pedido para 6 batidoras, que se convertirán en 8.
- Ante su sorpresa (no sin antes pensar que ha habido un error) decide conocer personalmente a los propietarios del negocio, los hermanos McDonald. (Por cierto, bastante majos —al menos, en la película—, aunque con sus errores, claro).
- Va al restaurante y queda absorto con el proceso mecanizado que tienen montado.
- Ve una oportunidad de negocio y les propone montar franquicias de su negocio.
- El «monstruo» McDonalds empieza a sus primeros pasos…
Lo que podemos aprender de la historia de McDonald’s
↝ De los hermanos: excelencia, creatividad y optimización.
Vaya dos, sobre todo en cuanto a la excelencia y a su búsqueda de la hamburguesa perfecta y de las patatas fritas en su punto, algo que parece ser que conseguían. (Bravo por ellos por exaltar lo suyo).
De hecho, confieso que miraba la película y no dejaba de pensar en Jiro Ono y en su dedicación plena al sushi. (Sí, acabo de comparar un manjar de 3 estrellas Michelín con una big mac, pero veo el símil, de verdad).
Si un hombre es llamado a ser barrendero, debería barrer las calles incluso como Miguel Ángel pintaba, o como Beethoven componía música o como Shakespeare escribía poesía. Debería barrer las calles tan bien que todos los ejércitos del cielo y la tierra puedan detenerse y decir: aquí vivió un gran barrendero que hizo bien su trabajo. ― Martin Luther King
Los hermanos McDonald tuvieron grandes aciertos: centrar su oferta en lo que tenía más salida, optimizar el proceso (grandiosa la escena en la cancha de tenis ensayado con su equipo ― como si fuera teatro, «a lo Dogville» pero sin artilugios, simulando, solo para saber qué distribución de cocina y proceso sería mejor―), y conseguir una hamburguesa perfecta en el menor tiempo posible para adaptar luego todo el proceso y su negocio.
A eso se le llama innovación.
Y no solo cuidaban el trato al bocadillo de hamburguesa en sí, sino a sus clientes (chapeau), a los espacios (siempre impolutos), a sus trabajadores (pagándoles bien)…
A mí, estos hermanos me cayeron bien desde el primer momento y, de algún modo, me fastidia saber que Kroc no cumplió del todo su palabra con ellos cuando les compra el negocio y que, encima, luego, les pusiera una sucursal en frente. (¿Hacía falta?).
Sea como sea, al principio Kroc nunca fue a malas y creo que también la tozudez de los hermanos (sobre todo de uno de ellos), fue lo que provocó esos aires de «venganza» de alguien que, de hecho, lo arriesgó todo y más, para que el sueño inicial de ellos (aunque luego se lo apropiase en su totalidad), que era expandirse, se convirtiera en una realidad.
Algo más de historia: como información extra, empezaron en 1937 con un puesto de perritos calientes en California. En 1940 lo trasladaron a San Bernardino, lo llamaron McDonald’s y crearon un nuevo menú. En 1948 se centraron en lo que vendían más: hamburguesa, patatas fritas y refrescos. En 1953 se empezaron a plantear lo de la franquicia, pero no tuvieron mucha suerte en su intento. En 1954 es cuando llegó Kroc.
7 años más tarde, recibieron un total de 2,7 millones de dólares por la empresa, un importe que no está nada (pero que nada) mal para esa época, sobre todo teniendo en cuenta que una hamburguesa valía 15 centavos de dólar, así que, objetivamente, nunca en su vida hubieran ganado esa cantidad de dinero, ni aun clonándose cien mil veces.
Pero, claro, el dinero no lo es todo y entiendo esa parte de tristeza y de decepción, porque hay maneras y maneras de hacer las cosas, y a ninguno nos gusta que nos traten mal ni que nos traicionen.
A pesar de los pesares, no hay que olvidar que pasaron a la historia como los creadores de la comida rápida, que McDonald’s es una de las marcas más reconocidas del mundo y que alimenta, cada día, al 1% de la población mundial, que es mucho.
Además, aunque habrá habido épocas de todo, todo apunta a que los estándares de calidad siempre fueron (y han sido) altísimos, una de las exigencias de los hermanos.
↝ De Ray Kroc, su fundador: visión, actitud, riesgo y tenacidad.
Nos guste o no como persona, Ray es un buen ejemplo de perseverancia, osadía y de la importancia de soñar en grande, ingredientes que ya sabemos que funcionan en la vida, sobre todo en el mundo empresarial.
Al fin y al cabo, fue su espíritu emprendedor, no una necesidad imperante, lo que le llevó a meterse en semejante lío (que lo era) y arriesgar tanto, cuando ya había cumplido los 52 años.
Menuda visión y qué gran corazonada, ¿no?
Y esa decisión 1) apoya aquello de que uno nunca es demasiado viejo para perseguir sus sueños, 2) echa un cable a eso de «quien no arriesga, no gana» y 3) se convierte en un nuevo ejemplo a la perseverancia de Edison y sus 999 intentos de bombilla.
Algo que también ayuda a Ray es una marcada actitud positiva que, además, refuerza escuchando mensajes motivacionales de aquellos que ya han triunfado antes.
Persevere. Nada en el mundo puede reemplazar a la perseverancia. El talento no lo hará; nada es más común que los fracasados con talento. El genio no lo hará tampoco; el genio sin recompensa ya es proverbial. Perseverancia y determinación son las únicas virtudes omnipotentes. ―Calvin Coolidge
De todos modos, «fácil», lo que se dice «fácil» hay que reconocer que tampoco «se lo pusieron» y que tuvo que superar grandes obstáculos, incluso de los hermanos, que menospreciaban (¿quizás demasiado?) su visión. No solo eso: también tuvo que lidiar con el escepticismo de su mujer, con unos números rojos que le llevaron a hipotecar su vivienda, con malas decisiones de unos y otros… Pero él estaba siempre ahí, atendiendo cada detalle, e igual estaba en el banco, como vendiendo franquicias, como barriendo el suelo.
En «compensación», sin tener claro si lo pidió al universo, estaba escrito en los cielos, era su destino, o fue «tan solo» un accidente astral, Kroc se cruzó con la buena suerte y con las personas adecuadas, que eso siempre ayuda, pero también, por si fuera poco, con un gran nombre. Algo que él mismo reconocía, porque «McDonald’s» sonaba potente, grandioso y sugerente.
Cruces, banderas, arcos. —Roy Kroc
Cruces por las iglesias; banderas, por los ayuntamientos; arcos, por los arcos originales que habían diseñado los hermanos para sus locales, y que luego se convertirían en la M de McDonalds.
Así visualizaba Ray Kroc que iba a ser cada pueblo de América.
El resto ya lo sabemos.
Apuntes finales
Maquillada la historia o no (es Hollywood, a saber), a mí me ha gustado conocer los inicios de ese grande de la comida rápida que se ha ido reinventando con el tiempo, que en el siglo XXI cambió su rojo característico por el verde y cuyo logo es uno de los más reconocidos del mundo, sino el que más.
Personalmente…
1) me quedo con la búsqueda de la excelencia de los hermanos y la tenacidad y actitud de Kroc. No hay uno sin los otros, ni los otros sin el uno: los McDonald aportaron la creatividad y el concepto; Ray, el empuje, la visión y la necesaria reformulación de la idea original para poder hacer Historia, que sí, la hicieron entre los 3.
2) creo que los hermanos fueron demasiado tozudos con eso de querer controlarlo todo al detalle y no querer renegociar el porcentaje de Kroc cuando éste se lo pidió, que tampoco era tanto. Esa inflexibilidad fue contraproduciente en todos los sentidos, para ellos y para la salud de la empresa. (Apuesto a que hubieran podido ser un poco más felices —o felices del todo— cediendo un poco más, pero esa es mi opinión).
3) la falta de compromiso de Kroc, que no cumple su palabra de adjudicarles el 1% de los beneficios anuales, aunque fuera un acuerdo verbal. (Me da mucha rabia que no lo hiciera, en serio, y más allá de que estuviera resentido con ellos). Si uno promete algo, lo cumple y listo. (Todo tiene sus matices, y la verdad mil caras, pero creo que «el fundador» hubiera podido tragarse un poco su ego y quedar como un señor frente a los hermanos, incluso tener una relación cordial con ellos para el resto de sus días, pero no lo hizo).
Acabo ya con una reflexión final: en este momento, el imperio McDonald’s tiene el mismo número de fanáticos que detractores, pero hay algo que no se le puede negar: su menú, para bien o para mal (es cuestión de prismas), revolucionó el mundo desde San Bernardino, por la creatividad de dos hermanos y el tesón de un visionario.
Y hay que aceptarlo.