Hoy el «invitado» especial es Theodore Roosevelt y la parte más inspiradora —y conocida— de su discurso Ciudadano en una República, una disertación que ofreció en la universidad parisina de La Sorbona el 23 de abril de 1910.
Tiene más de un siglo a sus espaldas pero su mensaje es del todo vigente y coincide justamente en lo que pretendo yo con este blog: que te pares a pensar un rato e identifiques qué ideas, pensamientos, valores, emociones, sentimientos y comportamientos te mueven en la vida.
Te invito a leerlo y, cuando acabes, a preguntarte si das lo mejor de ti, si dejas que te guíen tus ideales, si mantienes tus valores y cuál es tu grado de compromiso con tu «yo» futuro.
Para aportar algo más que un simple «copia y pega» del fragmento de Roosevelt he hecho una adaptación de género. Lee el que te corresponda y nos vemos en el ruedo.
El hombre en el ruedo
«No importan las críticas; ni aquellos que muestran las carencias de los hombres, o en qué ocasiones aquellos que hicieron algo podrían haberlo hecho mejor.
El reconocimiento pertenece a los hombres que se encuentran en el ruedo, con los rostros manchados de polvo, sudor y sangre; aquellos que perseveran con valentía; aquellos que yerran, que dan un traspié tras otro, ya que no hay ninguna victoria sin tropiezo, esfuerzo sin error ni defecto.
Aquellos que realmente se empeñan en lograr su cometido; quienes conocen el entusiasmo, la devoción; aquellos que se entregan a una noble causa; quienes en el mejor de los casos encuentran al final el triunfo inherente al logro grandioso; y que en el peor de los casos, si fracasan, al menos caerán con la frente bien en alto, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas que, frías y tímidas, no conocen ni victoria ni fracaso». —Theodore Roosevelt
La mujer en el ruedo
«No importan las críticas; ni aquellas que muestran las carencias de las mujeres, o en qué ocasiones aquellas que hicieron algo podrían haberlo hecho mejor.
El reconocimiento pertenece a las mujeres que se encuentran en el ruedo, con los rostros manchados de polvo, sudor y sangre; aquellas que perseveran con valentía; aquellas que yerran, que dan un traspié tras otro, ya que no hay ninguna victoria sin tropiezo, esfuerzo sin error ni defecto.
Aquellas que realmente se empeñan en lograr su cometido; quienes conocen el entusiasmo, la devoción; aquellas que se entregan a una noble causa; quienes en el mejor de los casos encuentran al final el triunfo inherente al logro grandioso; y que en el peor de los casos, si fracasan, al menos caerán con la frente bien en alto, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas que, frías y tímidas, no conocen ni victoria ni fracaso». —Theodore Roosevelt
Y tú, ¿estás en el ruedo?