La intención paradójica es una técnica utilizada en el campo de la psicoterapia por primera vez de la mano del neurólogo y psiquiatra austriaco Viktor Frankl.
Así en breve, y porque me parece interesante ahondar un poquito en sus raíces, te cuento que Frankl estuvo en distintos campos de concentración durante el Holocausto.
Justamente desde esa experiencia —y cómo vivió sus años en ellos—, Frankl fundamentó sus estudios y el nacimiento de la logoterapia, el método psicoterapeuta que creó y en el que se encuentra, junto a la derreflexión, la técnica de hoy.
Ya entrando en el tema, ¿sabes cómo se comporta la naturaleza humana en condiciones extremas y cómo sobrevive a ellas? ¿Crees que el humor podría paliar ese tipo de sufrimiento?
Pues estas mismas preguntas son la base de los estudios y la técnica de Frankl.
¿La conclusión? Sí, el humor y el sentimiento de libertad pueden ayudar a una cambio de perspectiva que nos ayude a ver la luz al final del túnel: la causa de cualquier sufrimiento puede ser también su propio remedio.
Una Intención Paradójica de película es La vida es bella, pero exploremos.
LA TÉCNICA DE LA Intención paradójica
¿Qué dice la RAE sobre la paradoja? ¿Cómo la define?
De primeras, que viene del latín paradoxus (una cosa más que sabemos, mira qué bien).
Luego comparte distintas acepciones que, en resumidas cuentas, vendrían a decir que 1) es lo opuesto a lo que se considera comúnmente cierto y 2) que, además, envuelve una contradicción.
El objetivo de la técnica de Frankl es que, de una manera más dirigida, cambies la perspectiva y te enfrentes a una contradicción que te permita un clic y mayor bienestar.
No entrando mucho en la técnica y en la psicoterapia (tampoco es mi campo) sí que creo que vale la pena mirarla un poquito más de cerca y con algo de atención.
Y lo creo porque te puede llegar a servir en momentos en los que te encuentres en una situación en la que estés sintiendo que la ansiedad o el estrés te sobrecargan y así puedas dejar bien claro que quien controla… eres tú.
La intención es conseguir lo opuesto desde el lado extremo o, como en palabras de Frankl refiriéndose a sus pacientes, «amortiguar los miedos individuales sustituyendo un miedo patógeno por un deseo paradójico».
Espera: ¿desear que ocurra lo que justamente se teme? ¿Buscarle lo positivo? ¿En serio?
Pues sí, y de ahí la gran paradoja porque además, se llega mediante el humor, lo inesperado y la exageración.
Y es que la mayoría de las veces, lo que bloquea y provoca ansiedad no es el miedo a algo externo, sino el miedo al mismo miedo.
La solución es atacar a esa «ansiedad anticipada» para ponerle fin y poder liberar el estrés que conlleva un círculo vicioso que no te hace ningún bien.
¿O acaso no te pasa que a cuanto más intentas sacarte de encima un pensamiento negativo (o un comportamiento que aborreces) más te persiguen unos y otros?
La propuesta de la Intención paradójica es afrontar el miedo a fallar (y que es justamente el que hace que falles) y controlar el estrés mediante una pizca de humor, incluso de unas cuantas risas.
Dos escenas
#1. Arghhh, no puedo dormir.
Llevas 4 días durmiendo fatal y no hay manera de que concilies el sueño antes de las 2 de la mañana. Se va acercando la hora de sucumbir a los brazos de Morfeo (o intentarlo) y ya estás entrando en pánico: necesitas descansar sí o sí y temes otra noche en vela.
Personificando a la Intención Paradójica, esto es lo que te diría al respecto:
«¿Que hasta las 2 de la madrugada no puedes conciliar el sueño? Pues hoy, despierto hasta las 3am, a ver si aguantas».
Lo que harías sería quitarte presión porque lo de las 2 de la mañana quedaría en un nada. Vamos, que seguro que no fallarías. Y si no te estresa fallar, a medianoche quizás estás en tu segundo sueño.
Liberador. Muy liberador.
#2 Me estresa tanto hablar en público.
Imagínate que hablas un día en público y que te has sentido atacado de los nervios desde el principio, que has empezado a sudar y que, resumiendo, no lo has pasado nada bien.
De hecho lo has sufrido tantísimo que, pensando en la posibilidad de tener que dar otra charla, te entran sudores, mareos, tembleques y, encima, te descubres mordiéndote las uñas.
Y entonces, por supuesto, te llaman para participar en una mesa redonda.
Te dice la I.P: «Sí, ya te imagino en la palestra, temblando sin control, sudando hasta deshidratarte, mareado como si hubieras subido 5 veces seguidas al Dragon Khan y peor aun, sin brazos (a lo Venus de Milo) por haberte estado mordiendo las uñas sin parar, mientras te señalan con un dedo riéndose de ti porque, encima, has ido perdiendo el pelo. Y, encima, vienen unos alienígenas para llevarte con ellos e investigarte porque, definitivamente, eres el peor orador del mundo, menudo desastre».
¿En serio? ¿Hasta qué punto hay probabilidades de que pase eso tan malo?
Exagerando, con la Intención Paradójica, cogemos perspectiva.
Te veo entonces en la palestra.
Apuntes finales
La técnica de la Intención Paradójica permite, ya no solo proporcionarnos nuevas perspectivas, sino relativizar la importancia de las cosas.
Porque sí, muchas veces enfocamos nuestra atención en cosas sin importancia de una manera desproporcional a un peligro que, de hecho, es solo potencial.
Y mejor ponerle remedio.
Exagerar los miedos, las obsesiones, aquello que nos pone de los nervios o que vivimos con ansiedad, puede 1) reducir gradualmente las conductas que no deseamos y 2) romper círculos viciosos que se han vuelto crónicos y que no nos benefician. Ni a nosotros, ni a los que nos rodean.
No solo eso, también vale la pena recordar que, al final, cómo reaccionamos es nuestra última libertad.
«Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino». —Viktor Frankl
Recuerda: siempre, siempre, resiempre* podemos escoger.
Y, puestos a escoger, escoge ser mejor y cada vez más tú.
** El palabro inventado de la semana.