[Nota previa: que conste que no soy neuróloga ni científica, pero lo del cerebro me parece interesante y quiero compartir algunos apuntes contigo por si este órgano que me recuerda a la coliflor y a la nuez te despierta algún tipo de interés. Es que mira qué es curioso…]
El cerebro es un órgano interesante, misterioso y complejo. De hecho, imagínate cómo es de complejo que no es uno, sino 3.
Pero es que hay más: estos 3 «subcerebros» que lo forman no siempre tienen muy buena comunicación entre ellos y pueden originar «conflictos internos».
No lo digo yo, lo dice La Teoría de los 3 cerebros (o del Cerebro Triuno) desarrollada en 1960 por el neurocientífico estadounidense Paul McLean.
Es un modelo que se aproxima a la comprensión del cerebro desde la historia de la evolución y que identifica 3 fases de formación.
Y cada una de las fases corresponde a uno de los 3 cerebros en pugna por el poder y con sus trifulcas para hacerse con él, que no deja de ser interesante: conviven, sí, pero no siempre se comunican bien.
Como todas las teorías, tiene sus detractores y sus defensores y, más de 60 años más tarde, no ha sido ni revocada ni probada. Yo te la traigo para que la conozcas, la refresques (si ya la conocías) y ver qué te parece.
Quédate con lo que te sirva. De momento, nos acercaremos un poco a su teoría…
Los 3 cerebros
El ser humano es producto de una evolución y como él, su cerebro que se ha ido adaptando al medio y haciéndose cada vez más sofisticado.
El cerebro triuno estaría formado por cerebros distintos vestigios de etapas pasadas y que aún prevalecen en capas. Según McLean, trabajarían juntas para asegurar la supervivencia y la expresión del ser humano.
Exploremos las capas: Descubramos los 3 cerebros.
1) El cerebro reptiliano.
Es el primero que se desarrolló y tiene unos 500 millones de años.
Es el que controla la vista, la respiración, el movimiento del cuerpo, las constantes y funciones vitales del cuerpo y es propiamente el que relacionaríamos con el impulso, la ira y la agresividad para defender el territorio, es el «cerebro mecánico».
Está programado para la supervivencia. Es el cerebro que por ejemplo, sigue teniendo el cocodrilo que no siente lealtad a sus retoños. Deja los huevos a su suerte pero estos están programados para sobrevivir.
Es el que sería el subconsciente, el de piloto automático.
Físicamente, estaría es la parte más profunda del cerebro.
2) El cerebro límbico (mamífero).
Es el sistema límbico (algo más complejo) y tiene unos 150 millones de años.
Está una capa justo por encima del reptiliano y tiene que ver con la emociones. Sería el “cerebro emocional”.
Es el cerebro que encontraríamos en los perros y representa el amor, la lealtad, la pena, la excitación.
Tiene memoria y acumula sensaciones de experiencias pasadas.
Juzga, influye de una manera casi inconsciente y tiene una gran influencia en nuestro comportamiento, recuperando y relacionando información.ç
3) El cerebro pensante (humano).
Es el que se ha formado encima del mamífero y por tanto, del reptiliano.
Se relaciona con la lógica y la razón y es el que nos permite leer, planificar, sumar y analizar.
Este cerebro es el de los dos hemisferios que tan fácilmente identificamos: uno más emocional, intuitivo e imaginativo (el derecho) y otro más lógico y sistemático (el izquierdo).
Actualmente la capa más moderna. Controla el lenguaje, el pensamiento abstracto y las habilidades cognitivas.
Tiene entre 2 y 3 millones de años (lo sé, yo también me he fijado en que hay un millón de años de diferencia).
Cada uno de estas partes (o cerebros) se encarga de diferentes funciones y su formación respondió a una necesidad de evolución. El conflicto surge por la mala comunicación entre ellas porque cada una tiene su propia agenda y motivación.
(No es que cada parte vaya a lo suyo pero sí que puede haber una dominante y que, entonces, las conexiones fallen).
Creemos que lo controlamos todo y resulta que el cerebro reptiliano es el que tiene mayor poder, por lo que su voluntad es la prima. A fin y al cabo, su prioridad es la misma que la de la evolución: la supervivencia.
La teoría siempre me ha parecido interesante porque añade un punto de complejidad y una vuelta de tuerca al «Misterioso y Apasionante Mundo del Cerebro Humano».
Ya no solo tenemos que crear un puente para equilibrar los dos hemisferios (derecho e izquierdo) sino que, además, tenemos que tener en cuenta dos cerebros más que tienen cientos de millones de años y que albergan sus propias motivaciones y con sus propios «planes».
Vayamos a lo útil… ¿Y ahora qué? ¿Qué significa?
Asumiendo que los 3 no siempre actúan al unísono, ¿qué tenemos? Un conflicto de intereses que pueden provocarnos malestar y grandes dosis de estrés.
¿Es eso bueno? No.
La Teoría, al reconocer 3 cerebros —y no uno— nos ayuda a entender por qué a veces actuamos de la manera como lo hacemos, sobre todo cuando muchas veces no nos parece que se corresponda con lo que queríamos.
Dos ejemplos (y su disección)
1) Has tomado la decisión de levantarte media hora antes para meditar y hacer ejercicio antes de desayunar pero, en realidad, te encuentras posponiendo la alarma hasta que llegas justísimo al trabajo y casi no te da tiempo ni a desayunar.
2) Te sientes rechazado y tienes una reacción a lo Hulk Hogan. Eso sí, no te enorgulleces y te hubiera gustado actuar algo más «vulcano» pero nada, no has podido.
En el primer ejemplo, seguro que te culpas por tu descomunal pereza; En el segundo, por tu hipersensibilidad.
Pero ahí entra la consolación del interesante del cerebro triuno (que no quiere decir que ahora te cuelgues y que a partir de ahora le culpes por todo, claro):
No, no eres ni la pereza personificada ni la persona en más alerta del mundo pero, en ese momento «crítico» en el que necesitabas un poco de voluntad o contar hasta 10, solo uno de los cerebros estaba al mando.
En el primer caso, tu cerebro reptiliano dijo «ni hablar, lo que necesitas es descansar. ¿Para qué te vas a levantar? Anda, pospón la alarma» ; en el segundo, tu parte límbica se enfadó tanto que, sintiéndose herida reaccionó desde la emoción del momento, sin contar hasta 10 y encontrar un punto de empatía.
Tu cerebro pensante sabía perfectamente que hacer ejercicio por la mañana te iba a sentar genial y que el rechazo de los demás no define quien eres pero nada, en esos dos momentos, sucumbió antes los cerebros más viejos y asentados: el reptiliano y el límbico.
Apuntes finales
Esta teoría no es tan nueva como puede parecer.
De hecho, ya Platón postulaba en sus tiempos que nuestra psique tenía una estructura tripartita en la que la razón, las emociones y los instintos se daban golpecitos para ver quién de los 3 lograba el control de nuestras vidas. No solo eso, también afirmaba que podíamos practicar para que la razón primara sobre los otros dos sistemas, que serían menos puros y que no ayudaban nada a alcanzar la verdad ni los ideales a los que aspiraba y creía que teníamos que tender.
Aclarado esto, el paradigma de los 3 cerebros es importante porque clarifica que a veces no somos nosotros, si no alguno de nuestros cerebros el que actúa por nosotros, sobre todo en situaciones determinadas y en momentos de estrés.
Una lectura interesante (y beneficiosa, si no te cuelgas con ella más de la cuenta) es que no te tienes que torturarte más de la cuenta y que puedes perdonarte si en algún momento tomaste la decisión equivocada o reaccionaste mal frente a algo.
El próximo paso es tener un cerebro pensante en forma y así poder controlar mejor qué dices, qué haces y cómo reaccionas.