Una vez preguntaron al alpinista Lionel Terray por qué subía montañas.
Lionel contestó con un simple «Porque están ahí» y luego se quedó tan ancho.
No le importaba qué opinaba el resto del mundo, creaba sus circunstancias y seguía subiendo montañas, sin dar explicaciones.
El alpinismo le motivaba lo suficiente y le daba sentido a su vida.
Si la gente lo entendía, bien. Si no, le daba exactamente igual: era su elección y estaba motivado para seguir lo que le dictaba su corazón.
[…]
He pensado que hoy era un buen día para preguntarte si alguna vez te habías encontrado justificándote del por qué habías decidido algo en concreto. Ya no frente al mundo, a tu familia, a tus amigos o en el trabajo, sino a ti mismo.
Y no solo eso, sino hasta qué punto te exigiste (o sentías que te exigían) que razonaras tu decisión.
¿Cuántas veces tiraste la toalla y te desmotivaste (antes incluso de empezar) porque no habías encontrado argumentos «suficientemente» válidos para «justificar» una decisión?
Pero espera, ¿acaso necesitabas justificarte?
Terray quería subir montañas y tú… (termina la frase, preguntándote qué te motiva y escogiendo aquello en lo que quieres enfocar).
Tú piensa que si la fe mueve montañas, la motivación puede mover la naturaleza entera.
¿Hasta qué punto estás motivado?
La motivación y sus retos
La motivación es esa fuerza interior que nos ayuda a seguir adelante, aquella que nos alienta a dar ese primer paso.
Y luego otro. Y otro. Y otro…
Pero la motivación se encuentra sus propios retos y requiere mucho mimo para seguir avanzando.
Seguramente tengas ahora una lista de objetivos (personales, profesionales) que van a requerirte esfuerzo y dedicación.
Estar motivado te ayudará a seguir avanzando.
¿Quieres saber cómo cuidarla? Pues he preparado una lista, que se lleva mucho ahora. (Bueno, y porque también queda más claro).
Motivación en forma
#1. Recalibra tu confianza.
Todos tenemos fortalezas y debilidades pero sin confianza, no podemos sacar provecho de las primeras y redirigir las segundas.
#2. Asegúrate de que tus objetivos es coherente con tus valores.
Y que una y otros se dirigen a la misma dirección. ¿Qué te mueve en la vida?
#3. Coge cada objetivo y «descuartízalo» en hitos y fases.
Siguiendo con el tema montañil, si quisieras subir el K2 (ole tú) tu plan de ruta sería primero pasar por los Pirineos, las Dolomitas e incluso por otras cumbres más fáciles y no tan altas.
Sería como marcarte subplanes, pasitos que sabes que están a tu alcance.
Sí, tal como hizo, por ejemplo Anne Sullivan con Helen Miller.
#4. Olvídate del destino final y trata de disfrutar cada momento.
Y también de todas aquellas etapas intermedias que te has marcado, dejando fluir y centrándote (en la medida que puedas, sin obsesionarte) en el aquí y el ahora, como descubrió el emperador del cuento de Tolstoi.
#5. Plantéatelo como un juego y celebra cada etapa que finalices.
Somos tan exigentes con nosotros mismos que muchas veces no nos damos l tiempo para reconocer lo que hemos ido avanzando.
Podrías cambiar eso regalándote algo que te recuerde lo que vales. Y no, no tiene que ser fantasioso.
¿Qué te parece una merienda en esa cafetería que tanto te gusta y que tiene ese pastel que te hace salivar solo imaginándotelo?
Y cuando te enfrentes a tareas tediosas haz lo que haría Mary Poppins, ponle azúcar.
#6. No te obsesiones con el pasado ni con el futuro.
Los tropiezos del pasado son parte de la vida y siempre tienen lecciones para ayudarnos a ser mejores. Lo hemos leído y escuchado mil veces y, aun así, nos sigue fastidiando haber errado, no haber sido perfectos.
La próxima vez que los revises podrías revisarlos desde la comprensión, la humildad, el perdón y la fortaleza que te trajeron con ellos.
También sabes de sobras que no es bueno obsesionarse con el futuro, sobre todo si no hace que disfrutes del día de hoy. Cuando te sientas ansioso por ver los resultados, recuerda que, incluso el bambú japonés, requiere su tiempo antes de crecer.
#7. Sé consciente de tu forma de pensar y sentir.
En la vorágine de la sociedad nos paramos a pensar poco e interiorizar un poco sobre cómo pensamos y qué sentimos.
Pero es importante así que si hay que forzarlo se fuerza.
Coge una libreta y ves escribiendo en ella todos los pensamientos que vayas identificando. Busca los que te refuercen, reta a los negativos y aniquila a los fantasmas.
Recuerda que es importante reconocer cómo te hablas.
#8. Visualiza tu éxito, ponle emoción.
Somos seres emotivos y sin, emoción, vamos solo medio gas.
Si no nos emocionamos en lo que hacemos, malo.
Apunta a la luna. Incluso si fallas aterrizarás entre las estrellas. —Les Brown
#9. Recuerda que tienes un compromiso contigo mismo.
Examina tus objetivos y ponles fechas. Ya no sólo de consecución, si no de revisión para ver cómo progresas y así poder ajustar ritmo y esfuerzo.
Y cuando te sientas bloqueado en cómo seguir, haz uso de tu creatividad.
#10. Rodéate de buena vibra, de gente de buen rollo.
Tener a tu lado gente que crea en tu es un plus del que no podemos no podemos prescindir.
¿O acaso prefieres rodearte de gente que te diga «no puedes, es difícil, hay mucha competencia, vas a sufrir»?
Pues claro que no.
Mejor opta por personas sinceras que te ayuden en los baches porque confían en tus posibilidades (y en lo grande que eres), que te animen pero que también te reten, que opinen pero que te dejen decidir por ti mismo.
Recuerda lo importante que fue Nello para su Club del alma o Vinnie para Josh. Será por algo.
Apuntes finales
¿No oyes de fondo uno de los temazos para la banda sonora de tu año para que sea una triunfada?
Se trata de que tengas una actitud a lo Rocky Balboa y más allá.
A por ello.