Si fuera alquimista y diluyera una dosis de locura con otra de osadía, una pizca de rebeldía con un manojo de extra confianza, puñados de pasión, inteligencia, imprudencia, adrenalina, ingenio, entusiasmo y una fe ciega en conseguir lo imposible, entonces, la fórmula se transformaría en el gran Philippe Petit.
En francés y catalán «petit» significa pequeño pero, de «pequeño», el protagonista de hoy solo podría serlo por su estatura (1,70m) y porque es de complexión muy delgada.
Philippe es un grande. Un grande y un genio.
Y, como genio, también tiene ese punto de «insensatez» que le incita a ir más allá de todo convencionalismo y a retar cualquier norma, ley o regla impuesta que atente contra su creatividad, contra sus ansias de concebir, diseñar y palpar un mundo diferente.
Hoy conocerás —o recordarás— una de sus mayores aventuras su y espero que de alguna manera te inspire en la consecución de tus sueños y objetivos.
Me he basado en el documental Man on wire y en el libro Alcanzar las nubes escrito por él mismo y que me regalaron el día de Sant Jordi.
En resumen, es la historia de alguien con un sueño de esos «mega imposibles» que va un día y abracadabra, lo convierte en realidad.
Y no en una realidad sin más, sino en pura poesía.
Pinceladas sobre Philippe
- Nació en pleno verano de 1949 en Nemours, Francia.
- De naturaleza rebelde e hiperactiva, a los 17 se emancipó legalmente de su familia y se fue por Europa a vivir sus primeras aventuras.
- En sus inicios, fue juglar, mimo, malabarista, mago y monociclista.
- A los 18 años fue al dentista por un dolor de muelas. Mientras esperaba su turno, encontró un artículo en una revista sobre la construcción del World Trace Center de Nueva York. Dibujó una línea entre las dos torres, arrancó la hoja y salió de la consulta sin visitarse y entusiasmado.
- Petit encontró en ese artículo su razón de ser y su mayor propósito: convertirse en funambulista y cruzar la distancia de las torres gemelas sobre un cable.
- En la mañana del 7 de Agosto de 1974 a las 7:15h, después de 6 años de preparativos y varios viajes a Nueva York (el primero, en 1970), Philippe dio ese primer paso desde la torre sur (aún sin terminar) que convertiría ese sueño en una realidad.
- Philippe Petit estuvo 45 minutos paseándose por el cable a más de 400 metros de altura ante la mirada atónita de viandantes y policías. Faltaba una semana para que cumpliera los 25.
- Su locura tuvo una gran repercusión mediática. Al día siguiente, portadas de todo el mundo cubrían la noticia y fue el primer acto ilegal considerado como Crimen Artístico.
- Los cargos contra él fueron retirados y como castigo simbólico tuvo que realizar un espectáculo de malabares en el Central Park de Nueva York con una actuación funambulista sobre el lago Turtle.
- Como hecho anecdótico (y guinda del pastel), Philippe obtuvo pase para entrar al World Trade Center de por vida.
Batallón de reflexiones: 14 lecciones
#1. La curiosidad no siempre mata al gato.
Inquieto por naturaleza, Philippe fue explorando y saciando sus ganas de aprender desde sus primeros años de vida.
Él mismo se autodefine como «enfant terrible» porque la misma curiosidad le llevó a meterse en muchos líos.
Pero eso no le impidió aprender ajedrez, tauromaquia, distintos idiomas, arquitectura, ingeniería, funambulismo y malabarismo (entre otros).
Su curiosidad le llevó a su propósito en la vida, que no es poco.
La gran suerte de Philippe es que 1) empezó a explorar desde muy temprana edad y 2) encontró su razón de ser a los 18 pero bueno, cada uno a su ritmo y con sus tiempos. Si se tarda más, pues se tarda más, no dejes que te atrapen las comparaciones odiosas.
Lo que está claro es que hay que estar abierto al destino, a las «señales» y, sobre todo, a la vida desde la curiosidad.
#2. Una caja de proyectos… «mola».
Petit tenía una cajita en la que guardaba papelitos en los que había escrito proyectos: «Voy a hacer tal», «voy a hacer tol», «cuando tenga tal y tol, iré a por tul»
Y, como ya habrás adivinado, cuando decidió que un día iba a cruzar las torres del WTC lo escribió en un papel y lo guardó ahí, en su caja.
Ponerle palabras a tus sueños ayuda a la consecución de los mismos y si los escribes, incluso cobran más fuerza.
Si tomamos el ejemplo de Petit, si encima los guardas en una caja de proyectos, ya ni te cuento.
#3. Cambia la sangre de horchata por sangre apasionada.
Una de la claves de Petit es escucharse y apasionarse por cada proyecto que decide hacer suyo y no ver nada como un impedimento, ni el tiempo, ni las leyes, ni las normas, ni el gobierno… Nada.
¿Qué te entusiasma? Lo que te diría Philippe es que te aventuraras a ello sin miedo y con plena confianza.
#4. Practica, practica y practica (error y ensayo).
Una vez decidido el sueño y definido cómo conseguirlo, hay que ponerse a trabajar para que se ha realidad. En palabras de Petit «el resto es solo un montón de trabajo tenaz inhumano».
Escogido el mayor reto de su vida, un Philippe comprometido empezó a practicar sin descanso en la campiña francesa y a ensayar por las calles de París para cada vez embarcarse a retos mayores. En 1971 cruzó la distancia entre las dos torres de La Catedral de Nôtre Dame, en París y, un poco más tarde, la de los pilares del Puente de la bahía de Sydney.
Ser excelente en algo requiere concentración, orientación y practicar mucho pero también puede llegar a convertirte en aquello que amas.Debería merecer la pena.
#5. No olvides crear una estrategia.
Y cuidar todos los detalles.
A parte de la preparación física y mental, Philippe necesitaba un plan estratégico en el que tenía que cuidar el más mínimo detalle: mediciones, pruebas a escala, viajes a Nueva York para conocer el funcionamiento de las torres, falsificar tarjetas de accesos, reuniones con su equipo, búsqueda de aliados.
Vamos un «planazo» que le permitiera el éxito de su misión y que tenía que alejarse al máximo de la improvisación. Flexible para los imprevistos pero estructurado.
#6. Mejor no precipitarse: la paciencia es la madre de la ciencia.
… Y del éxito.
Desde que Petit dio con el artículo hasta que hizo realidad su sueño, tardó 6 años. Sí, 6, que no son pocos.
En mi opinión sólo hay un momento en el que su ánimo tambalea y es cuando tiene que posponer su «golpe».
De todos modos, aunque le pese, él mismo sabe que es lo más acertado porque dar un paso en falso puede costarle ya no su sueño, sino su vida.
Tras el disgusto inicial, acepta que esa retirada a tiempo ha sido su salvación y vuelve manos a la obra.
Un proyecto cualquiera (algunos más que otros) requiere tiempo y muchas veces no puede hacerse realidad de la noche a la mañana. Hay que ser flexible y amoldarse a los retrasos con la mejor de nuestras sonrisas, sin darle muchas vueltas y centrándonos en perfeccionar el plan.
La de veces que quizás lo olvidamos porque lo queremos para ya, ¿verdad?
#7. Asume los riesgos de antemano.
No por nada, sino porque son parte de la vida.
Philippe no cree en imposibles, sino en la posibilidad de hacerlos posibles.
«Es imposible. ¡Pongámonos a trabajar!» —Philippe Petit.
Sabe que lo que quiere hacer es ilegal, que tendrá que lidiar con mil impedimentos, que se puede meter en un lío bestial, que pinta que será una odisea y que le puede ir la vida pero, aun así, no duda en ir a por ello.
Pero es que ni a propia muerte le asusta. Dice al respecto «ooooooh, ¡sería una muerte tan bella!»
Sí, hasta la última consecuencia. Todo a una única apuesta y sin pestañear.
Es imposible controlarlo todo, siempre habrá riesgos. Siempre.
Recordando que son parte de la vida, quizás nos ayude a mirarlos desde una perspectiva que nos ayude a avanzar, no a quedarnos estancados. Y eso está bien.
#8. Usa tu creatividad y tu ingenio. Sé flexible.
Y superarás todos los baches y contratiempos.
Hilo de pescar, un arco, y una flecha es lo que necesitaron Petit y su equipo para pasar el cable de un edificio a otro. Pim, pam. ¿Se puede ser más ingenioso?
Cuando hay impedimentos o bloqueos de algún tipo, la creatividad nos puede echar ese «cable» que necesitamos para seguir avanzando.
La próxima vez que te bloquees, recuerda que, a veces, algo tan rudimentario como un arco y una flecha puede ser la base de tu éxito. Usa tu creatividad.
#9. Rodéate de un buen equipo.
Philippe no hubiera sido capaz de cumplir su sueño si hubiera estado solo.
Necesitó un grupo de apoyo incondicional que le ayudó a organizarse, a prepararse, a trazar el plan, a calcular, a ensayar, a confabularse, a bajarle los pies a la tierra cuando hacía falta, y, finalmente, a llevar a cabo su hazaña.
Un equipo que, en el caso de que Philippe no consiguiera su sueño y cayera al vacío, se vería en los juzgados asumiendo cargos por «asistencia al suicidio», que no es poco.
Todos ellos se arriesgaron y fueron «a por todas».
Por supuesto no fue un camino de rosas: hubo momentos de tensión (¿Cómo no había de haberla?), enfado, dudas, discrepancias, pero las fueron superando y ajustándose los unos a los otros.
Parte del mérito es de Jean-François, de Jean-Louis, de Albert, de Annie y de todos los demás.
En cada objetivo que te propongas, rodéate de los mejores, de aquellos que confían plenamente en ti.
#10. A mayor preparación y mejor logística, más posibilidades de éxito.
Imagínate todo lo que Philippe y su equipo tenían que preparar para el día en cuestión más allá de la observación del funcionamiento del WTC y de los preparativos previos.
De primeras:
- Burlar la seguridad del WTC para colarse en sus dos torres, no solo ellos (2 en cada torre) sino los metros de alambre y demás equipamiento.
- Trasladar el cable (y resto del material, un total de 200 kilos) a la azotea.
- Pasar el cable de una torre a la otra.
- Anclar y calibrar el alambre para compensar el peso y reducir el balanceo con un montaje asimétrico de anclajes.
- Por supuesto, tuvieron que lidiar con una serie de imprevistos e infortunios.
Los superaron todos.
Yo me quedo con que habían planificado, valorado, estudiado y organizado tanto el golpe que tenías más herramientas para adaptarse a los imprevistos.
Todo cuenta.
#11. Cuando creas que no puedas más, da un paso más.
Y ya estarás más cerca.
La hazaña la llevaron a cabo sin dormir después de una noche en las torres gemelas de tensión continua y nervios pero ahí estuvieron los 4, dándolo todo.
«¡Funambulista, confía en tus pies! Deja que te guíen. Saben el camino». —Philippe Petit
¿Dónde están tus límites? Seguro que te has encontrado en algún momento en el que pensabas que no podías más pero pudiste.
Los límites están más allá de lo que pensamos. Se trata en confiar en la fortaleza interna y saber que puedes dar un paso más.
#12. En el momento de la verdad, poesía y épica.
Petit es un poeta sublime que no necesita palabras ni pinceles para crear «puro arte» pero también uno de los mayores románticos de la historia.
Imagínate la escena y un Philippe recogiendo el momento previo a ese primer paso.
«Este es probablemente el final de mi vida, caminar sobre ese cable. Y, por otra parte, algo a lo que no me podría resistir, ni haría ningún esfuerzo por resistirme, ese cable me llama. Y la muerte está muy cercana». —Philippe Petit
Petit dio ese primer paso, y otro, y otro, y se paseó poéticamente por el cable 45 minutos en los que se recostó, arrodilló, danzó y, finalmente, sonrió.
Y fue entonces cuando desde las alturas, románticos y héroes épicos de antaño se pusieron a temblar de la emoción. O eso creo yo (o así me gusta pensarlo).
Está claro que lo de Petit es muy particular pero me gusta pensar que con un punto de poesía podemos convertir l que hagamos en algo épico.
#13. La sonrisa es el arma más poderosa del mundo.
Decía Petit que lo sublime de sus retos como funambulista no era andar rápidamente de una extremidad a otra del cable, sino la sonrisa que se le dibujaba y que podía regalar cuando lo hacía.
¿Te imaginas el shock del policía que lo detuvo después de ver cómo Philippe se paseaba por el cable sonriendo,con los ojos brillantes de la emoción y desafiando la lógica del mundo?
Insólito… Insólito y mágico.
Vivir el ahora es un regalo de plenitud y la sonrisa es el arma más poderosa del mundo.
Carpe diem y a disfrutarlo.
#14. Si estás comprometido con tu causa, el cielo siempre te recompensa.
Y, en el caso concreto de Philippe, le envía una gaviota para que converse con ella y convierta su momento mítico en «mitiquísimo a la enésima potencia» (definitivamente, esta historia extraordinaria no tiene fin).
¿Puede haber más poesía que Philippe Petit conversando con una gaviota, sonriendo al mundo y con un abismo de 400 metros?
A veces, la realidad supera a la ficción y a los imposibles y como extra, el cosmos regala las guindas para el pastel.
Apuntes finales…
«Cuando veo 3 naranjas, hago malabares; cuando veo dos torres, las cruzo». —Philippe Petit.
Categórica cita de Petit, ¿no crees?
¿Qué te seduce para indagar más sobre ti y superarte cada día un poco más? ¿Para disfrutar de la vida? ¿Para explorar este mundo?
No hace falta que ahora me digas cruzar el atlántico desde la Torre Eiffel hasta la Estatua de la Libertad pero espero que la extraordinaria historia de Philippe te dé un empujoncito hacia dónde decidas.