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Artículos y destellos para ser cada día mejor.

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Archivo de abril 2015

Nasrudín y los granjeros

… a los que se les daban bien los números.

El cuento de este mes está protagonizado por Nasrudín, un personaje de la literatura sufí entrañable e ingenioso a la par.

Con sus historias, nos invita a reflexionar sobre lo cotidiano desde una lógica que se mezcla con lo absurdo y siempre con la intención de que busquemos nuevas formas de pensar, que por algo es sufí.

Así es Nasrudín, un Mullah (Maestro en las Comunidades del Islam y, en turco, Hodja) de Anatolia que viaja montado en su burro por todo el Imperio Otomano viviendo aventuras que siempre acarrean una pequeña —o gran— lección moral.

Y lleva haciéndolo por más de 7 siglos.

El cuento que he escogido va sobre la pasividad e inacción que muchas veces provoca un exceso de razonamiento.

Si te gusta, sepas que Nasrudín tiene casi 400 aventuras para compartir contigo así tienes lectura para casi cada día del año.

¿Quieres que Nasrudin te rete ya con el cuento de hoy?

El cuento

De entre todos los pueblos que el Mullah Nasrudín visitó en sus viajes, había uno que era especialmente famoso porque a sus habitantes se les daban muy bien los números. Nasrudín encontró alojamiento en la casa de un granjero.

A la mañana siguiente, se dio cuenta de que el pueblo no tenía pozo. Cada mañana, alguien de cada familia del pueblo cargaba uno o dos burros con garrafas vacías y se iban a un riachuelo que estaba a una hora de camino, llenaban las garrafas y las traían de vuelta al pueblo, lo que les llevaba otra hora más.

—¿No sería mejor si tuvierais agua en el pueblo?, —preguntó el Mullah al granjero de la casa en la que se alojaba.

—¡Por supuesto que sería mucho mejor! —dijo el granjero —. El agua me cuesta cada día dos horas de trabajo para un burro y un chico que lleva el burro así que si cuentas tanto las horas del burro como las del chico, eso hacen 1460 horas al año. Pero si el burro y el chico estuvieran trabajando en el campo todo ese tiempo, yo podría, por ejemplo, plantar todo un campo de calabazas y cosechar 457 calabazas más cada año que, al precio actual. alcanzarían para comprar vaca y media.

—Veo que lo tienes todo bien calculado, —dijo Nasrudín admirado —. ¿Por qué, entonces, no construyes un canal para traer el agua al río?

—¡Eso no es tan simple!, —le explicó el granjero —. En el camino, hay una colina que deberíamos atravesar. Si pusiera a mi burro y a mi chico a construir un canal en vez de enviarlos por el agua, les llevaría 500 años si trabajasen dos horas al día. Teniendo en cuenta que solo me quedan otros treinta años más de vida (meses más, meses menos) y, si dejara el tabaco, entre 6 y 7 más me es mucho más barato enviarles por el agua.

—Sí, pero, ¿es que serías tú el único responsable de construir un canal? Sois muchas familias en el pueblo — le replicó Nasrudín—.

—Claro que sí, —dijo el granjero —. Hay cien familias en el pueblo. Si cada familia enviase cada día dos horas un burro y un chico, el canal estaría hecho en cinco años. Y si trabajasen diez horas al día, estaría acabado un año.

—Entonces, ¿por qué no se lo comentas a tus vecinos y les sugieres que todos juntos construyáis el canal?

—Pues mira —dijo el granjero mientras se prendía un cigarrillo —. Si yo tengo que hablar de cosas importantes con un vecino, tengo que invitarle primero a mi casa, ofrecerle té y azúcar, hablarle del tiempo, de la nueva cosecha, de su familia, de sus hijos, de sus hijas, de sus nietos…

Y prosiguió:

—Después, le tengo que dar de comer y, más tarde, otro té con galletas. Entonces, él tiene que preguntarme sobre mi granja y sobre mi familia para finalmente llegar con tranquilidad al tema y tratarlo con cautela. Eso lleva un día entero. Como somos cien familias en el pueblo, tendría que hablar con noventa y nueve cabezas de familia. Estarás de acuerdo conmigo que yo no puedo estar noventa y nueve días seguidos discutiendo con los vecinos. Mi granja se vendría abajo. Lo máximo que podría hacer sería invitar a un vecino a mi casa por semana así que, como un año tiene solo cincuenta y dos semanas, eso significa que me llevaría casi dos años para poder hablar con mis vecinos. Conociendo a mis vecinos como les conozco, te aseguro que todos estarían de acuerdo con hacer llegar el agua al pueblo, porque todos ellos son buenos con los números. Y como les conozco, te aseguro que cada uno prometería participar si los otros participasen también. Entonces, después de dos años, tendría que volver a empezar otra vez desde el principio, invitándoles de nuevo a mi casa y diciéndoles que todos están dispuestos a participar.

—Vale —dijo Nasrudín —- Pero entonces en cuatro años estaríais preparados para comenzar el trabajo. Y al año siguiente, el canal estaría construido.

—Pero es que hay otro problema, —dijo el granjero —. Estarás de acuerdo conmigo que una vez que el canal esté construido, cualquiera podrá servirse del agua, tanto si ha contribuido (o no) con su parte de trabajo correspondiente.

—Lo entiendo —dijo Nasrudín —. Incluso si quisierais, no podríais vigilar todo el canal.

—Pues no, —dijo el granjero. — Cualquier avispado que se hubiera librado de trabajar, se beneficiaría de la misma manera que los demás y sin costo alguno.

—Tengo que admitir que tienes razón —dijo Nasrudín.

A lo que el granjero siguió argumentando.

—Y es que como a cada uno de nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escabullirnos: un día el burro no tendrá fuerzas, otro día el chico de alguien tendrá tos; En otra ocasión, la mujer de alguien estará enferma, por lo que entonces el niño y el burro tendrán que ir a buscar al médico… y así iremos escurriendo el bulto. En definitiva, que como cada uno de nosotros sabe que los demás no harán lo que deben, ninguno mandará a su burro o a su chico a trabajar. Así que la construcción del canal ni siquiera se empezará

—Tengo que reconocer que tus razones suenan muy convincentes —dijo Nasrudín, que se quedó pensativo por un momento.

Y entonces, de repente, exclamó:

—Granjero, conozco un pueblo al otro lado de la montaña que tenía el mismo problema que vosotros tenéis pero con la diferencia de que ellos tienen un canal desde hace ya veinte años.

—Efectivamente —dijo el granjero —, pero a ellos no se les dan bien los números…

Momentos de reflexión

Seguro que puedes encontrar muchas similitudes en tu vida o en nuestra sociedad. Yo voy a compartir dos reflexiones:

1) un análisis demasiado exhaustivo muchas veces provoca que no demos un primer paso hacia nuestros objetivos por lo que mejor no pensar tanto y dejar de buscar excusas para no actuar.

2) el egoísmo puede frenar el progreso e incluso peor: perjudicar al bienestar de un grupo, mejor hacer lo correcto. Y lo correcto es compartir conocimientos, recursos y aptitudes para iluminar el mundo.

Hoosiers más que ídolos, liderazgo y equipo

Hoosiers: más que ídolos es otra de esas películas que me marcaron de niña y que he querido recuperar para el blog.

Casi 20 años después sigue siendo una de mis favoritas y estoy la mar de feliz de haber decidido dedicarle un post.

El baloncesto, el instituto y la vida rural son solo excusas para una gran película sobre equipo, liderazgo, ética, segundas oportunidades y una épica hazaña.

Ejemplo clarísimo de que, haciendo las cosas «bien», un David cualquiera puede contra el Goliath de turno.

¿Lo mejor? Que es que está basada en un hecho real.

7 pinceladas (y una curiosidad)

  • La acción se ubica en un pequeño pueblo rural de Indiana, Hickory, en 1952.
  • En esa época, el baloncesto era casi todo en la vida de sus habitantes, algo así como «cuestión de estado».
  • El equipo del pueblo es del Instituto, que tiene menos de 200 estudiantes.
  • Llega un entrenador nuevo para hacerse cargo del equipo. Su nombre es Norman.
  • Su metodología choca con la dinámica que había primado antes de su llegada.
  • Se encuentra con un primer rechazo «importante» —sobre todo, del pueblo — que luego va perdiendo fuerza gracias a los resultados y al compromiso de sus jugadores.
  • Llegan a la gran final del Campeonato Estatal…

Y hasta aquí voy a contar.

La curiosidad

Está basada en una historia real que tuvo lugar en 1954 en Milan (Indiana) y el equipo protagonista estaba formado por alumnos de su instituto que, por aquel entonces, tenía solo 161 estudiantes.

La película se centra en su hazaña de llegar más allá de lo que, normalmente, hubiera sido «posible» y pone hincapié en el ambiente del pueblo, con su estilo de vida y sus políticas.

Las historias paralelas y relaciones varias que se ven en Hoosiers, más que ídolos son inventadas aunque sí que existió un jugador sobresaliente que, como Jimmy en la película, despuntaba. Su nombre era Bobby Plump. El entrenador del equipo, Marvin Wood, solo tenía 26 años cuando ganaron el campeonato.

equipo real hoosiers
Equipo Baloncesto Instituto Milan 1954

Batallón reflexiones: 5 grandes temas

#1. Sobre liderazgo, límites y autoridad.

No importa cuán claro tengas un objetivo o una estrategia para el triunfo. Si no los defiendes, puede quedar en nada.

Cuando Norman llega al pueblo tiene que enfrentarse a la resistencia de aquellos que piensan de otra manera porque “siempre se hizo así”. Con autoridad y trabajo, el nuevo entrenador no sucumbe ni se deja llevar por lo establecido.

¿Cómo lo hace? Ganando la confianza de su equipo, que cree en su filosofía.

2) Marcando límites y acallando el ruido que le impide progresar de una manera respetuosa pero eficiente y sin temblarle la voz.

Sabe lo que es necesario y lo pide. Es entonces cuando se hace más fuerte y llegan los resultados. Tiene una VISIÓN y una MISIÓN que es compartida y de ahí, el éxito.

#2. «Equipo, equipo, equipo» y gestión de recursos.

En un pueblo pequeño en el que el instituto no llega a los 200 estudiantes el entrenador se encuentra con una plantilla más bien limitada que no permite ni tan siquiera contar con rotaciones o escoger un equipo de gala.

¿Qué hace Norman? ¿Acaso se queja a diestro y siniestro, patalea y hace las maletas? Nope, más bien acepta las «cartas» con las que le ha tocado jugar y se pone a pensar en la mejor estrategia.

En la película, encontramos distintas «cartas», todas con su qué. Por ejemplo, 1) Ollie es el que objetivamente tiene menos condiciones físicas para el baloncesto pero es parte imprescindible para el equipo por su manera de ser, y 2) a Jimmy no hay canasta que se le resista pero no va de estrella y lo que le importa es el resultado del equipo.

Muchas veces, cuando no hay resultados buenos y rápidos (y pasa en cualquier ámbito) se busca una excusa del tipo «falla el equipo» pensando en cada uno de sus integrantes de forma individual, pero quizás solo es un descuido de engranaje y es posible hacer brillar a cada uno de ellos y también al conjunto.

¿Las claves principales? El respeto entre sus miembros y un objetivo común al que comprometerse.

«Todos para uno, Uno para todos». —D’Artagnan.

#3. El proceso como la clave del éxito.

Está bien tener un objetivo (es lo que nos hace superarnos y dar sentido a nuestras vidas) pero por sí solo no basta: hay que identificar en qué vas a enfocar y cómo, falta un proceso para llevarlo a cabo.

Lo dice también Scott Thomas —el creador de Dillber— en su libro Cómo fracasar en casi todo y aun así ganar:«Los objetivos son para perdedores; Los sistemas para los que tienen éxito».

O sea que más allá del plan en sí, tiene que haber un proceso.

Norman crea un sistema de entrenamiento de que es seguido a rajatabla por los chicos. El equipo entrena y repite jugadas una y otra vez. Lo mismo con los tiros a canasta. Gracias a ello, en los momentos claves, los chicos no fallan.

#4. Mantén el foco, la fe y la confianza.

Sobre todo en el «momento de la verdad», justo cuando estés frente al reto que tienes que superar, para no despistarte.

Cuando los jugadores del Hickory llegan a la final del campeonato, absortos por el gran tamaño del pabellón donde jugarán la final, hay una escena que me parece «medicina pura»: el entrenador hace medir la distancia entre la canasta y el suelo así como la que hay entre la canasta y el punto de lanzamiento de personales.

¿Y para qué lo hace? Para que sus jugadores no se desconcentren, no se dejen abrumar por las dimensiones del pabellón ni tampoco por el momento en sí.

Están ahí y si lo están pueden ganar: únicamente necesitan seguir creyéndolo y aplicar lo aprendido.
Algo así como «Adiós, dudas. Hola confianza».

Y, si no, que se lo pregunten a Jimmy cuando se ofrece a coger la responsabilidad del partido convencido de que puede encestar esa canasta final que les puede dar el triunfo.

Y tan importante es la CONFIANZA como la FE. El pueblo es creyente y por tanto, tiene fe. Más allá de tenerla hacia una deidad, Norman tiene fe en el equipo, en sus jugadores.

Si crees que rezar te ayuda, pues reza y punto. A Dios, a Alá, a Yavéh, al Universo o a tu esencia divina.

#5. Convicciones y valores hasta el final.

Es verdad, cuesta mantener las convicciones si chocan con lo estipulado y lo considerado «normal» pero si tienes en mente tu visión y puedes aceptar pequeñas derrotas para luego disfrutar una mayor victoria, ya no parece tanto el sacrificio, ¿verdad?

Agradar a todo el mundo e intentar hacer comprender el porqué de tus decisiones es una batalla perdida. Pero es que no pasa nada, no le des mayor importancia. Es mejor aceptarlo y no perder la visión general.

Y sí, escucha lo que te digan los demás y quédate con aquello que puedas aplicar (o mejorar) para seguir progresando pero sin menospreciarte ni olvidar tu misión, tus objetivos y en esos valores que hacen que tú seas tú.

Sé valiente, como Norman que tenía a casi todo el pueblo en su contra.

Apuntes finales

Hay un tema en segundo plano pero que también considero importante y que quiero al menos hacerle mención. Es el de las segundas oportunidades.

Cuando contratan a Norman, éste lleva más de una década fuera de las canchas y no por una decisión personal (Lo habían deshabilitado como entrenador por pegar a un jugador), el padre de uno de los componentes del equipo es alcohólico y Jimmy está en una de esas etapas en que la vida no tiene sentido.

Pues bien: Norman mejora como entrenador, se convierte en mejor persona y triunfa con su equipo; el padre del jugador se compromete finalemente a curarse; y Jimmy vuelve a ilusionarse por el baloncesto.

Lección extra: no desestimes las segundas oportunidades.

También encontramos COMPASIÓN por el que tiene problemas, PERDÓN para las segundas oportunidades, la GRATITUD por el compromiso y la GENEROSIDAD de compartir y dar lo mejor de sí.

Nada, que Hoosiers es un peliculón.

Termino ya con un momentazo:

Definitivamente, una película para ver en casa, en el aula o donde sea y aprender de ella.

[Nota final]: como complemento, te recomiendo el libro Wooden, de John Wooden , uno de los entrenadores de baloncesto más laureados de la Historia (no que lo supiera yo antes de leer el libro, pero bueno, el conocimiento no ocupa lugar).

En él, Wooden dice que para ser cada vez mejor y llegar a ser un «máster» en el campo (pero extrapólalo a lo que quieras) no vale con ponerse «a veces» o «cuando te apetezca», sino que el camino requiere un compromiso constante para que «siempre, siempre, siempre» puedas sacar lo máximo de cada oportunidad, de cada día, de cada acción que hagas.

La clave, dice, es enfocar en el proceso y cada día ser un poquito mejor. Sería como aquello de que el ayer ya ha pasado y no puedes hacer nada pero hoy… hoy puede ser un gran día y hay que dar lo máximo.

¿Te imaginas cuánto mejor serás en una semana a partir de hoy? ¿En un mes? ¿en un año? ¿En 10? Es tan grandioso que mejor te dejo aquí para ponerte mano a la obra.

Edison y sus 999 intentos

¿Eres de los que tiras la toalla a las primeras de cambio? ¿Tienes un proyecto y, al primer imprevisto que te encuentras, te replanteas si «realmente» merece la pena seguir (o no) con él?

Es entonces cuando entra en juego el famoso de Edison, más allá de sus inventos y patentes.

Lo haré para recordarte que preservar es importante y que el éxito de lo que buscas puede estar en ese nuevo «intento».

Que no decaiga el ánimo.

2-frases-edison-no-fracasé

OBJETIVO 1: Recuperar esta frase en los momentos en los que piensas que has fracasado con ese proyecto que te hacía tanta ilusión.
OBJETIVO 2: Identificar el siguiente pasito (que no pasazo) que tienes que dar.
AUTOR: Thomas Alva Edison.
CATEGORÍA: Cápsulas de Reflexión.

El Ego y Thich Nhat Hanh

Sobre el ego, podemos encontrar estanterías llenas de libros y bibliotecas extensas.

O ir directamente a esta intervención del Maestro Zen vietnamita Thich Nhat Hanh, un activista por la paz y los derechos humanos que, de una manera sencilla y magistral, comparte sus enseñanzas dando conferencias y plasmando sus ideas en los libros que a lo largo de sus 88 años ha ido publicando.

En poco más de un minuto, da una explicación bella, clara y concisa del porqué es importante desprenderse de él.

Te dejo con Thich Nhat Hanh y sus dos manos.

​​​​OBJETIVO 1: Reflexionar sobre la intervención de Thich Nhat Hanh en este vídeo.
OBJETIVO 2: Identificar qué haces y qué puedes cambiar teniendo como objetivo la compasión.
AUTOR: Thich Nhat Hanh.
CATEGORIA: Cápsulas de Reflexión.

La vida es bella y la fortaleza de seguir viviendo

Las reflexiones de hoy danzan al son de la bella banda sonora de esta película que tuvo tantos amantes como detractores.

Yo me encuentro en el primer grupo desde la primera vez que la vi, y la he visto unas cuantas.

Los del segundo, no concebían una comedia sobre el Holocausto y les parecía ofensiva, pero yo creo que lo que hizo Roberto Benigni con esta película es una maravilla: recordarnos el poder de nuestra actitud frente a cualquier situación.

Y, por si fuera poco, se arriesgó con un tema tan delicado como el exterminio nazi de la II Guerra Mundial.

La polémica estaba servida.

Lo interesante es que la película no se centra en el horror en sí, sino en el impacto que produce el Holocausto en la vida de sus protagonistas y como Guido, el cabeza de la familia, se enfrenta a sus miedos con un objetivo claro: preservar la infancia a su hijo Gesué y protegerle de la cruda realidad.

Y si lo piensas bien, el título ya era, de por sí, una apuesta retadora y paradójica: La vida es bella.

Reconozco que no sé si puedo aportar algo nuevo a una película en la que se llevan gastados tantos millones de tinta pero es otro de esos títulos que quiero que estén en el blog sí o sí, así que te la traigo igual.

Eso sí, me comprometo a exprimir lo mejor de mí.

Unas pinceladas para recordarla (casi seguro que en esta ocasión, la has visto) y reflexionamos.

7 Pinceladas

  • La acción se desarrolla en un pequeño pueblo de la Toscana italiana.
  • Aunque el conflicto se respira desde el principio, hay dos partes bien diferenciadas, una más comedia y la otra más bien entre el drama y la tragedia.
  • En la primera, Guido llega al pueblo con su amigo Ferruccio y se hospedan en casa de su tío, se enamora de Dora, la conquista y tienen a su hijo Gesué; La segunda, se centra en el campo de concentración al que son enviados.
  • La detención de la familia se produce en el día de la celebración del 4rto cumpleaños de Gesué, punto de inflexión de la historia.
  • Guido, su tío y el pequeño están en la lista de la policía. Dora, se suma voluntariamente después, en un acto de amor y por no querer separarse de ellos.
  • Una vez en el campo de concentración, Guido decide esconder la realidad de la delicada situación a Gesué y opta por contarle que es sólo un juego en el que están participando. El premio es un tanque, el gran sueño del niño, y tienen que sumar 1000 puntos en diversas pruebas que Guido se inventa sobre la marcha y según la situación.
  • Gesué “gana” el tanque.

Batallón de reflexiones: 7 lecciones

1.Sonríe: ¡Buongiorno pincipessa!

Si tuviera que escoger una expresión que albergara todo lo positivo que puede ser LA VIDA me quedaría con ésta. Y sí, la escogería en italiano porque lleva toda esa esencia de Benigni y ese gran personaje que es Guido. (No me digas que no te hace sonreír).

Es un canto a la esperanza, a que seamos positivos, una invitación a que suceda la magia, un grito a la fantasía y un decreto a sacar el máximo del día.

Lo de «Buongiorno, Principessa» me encanta y es el diamante de una película que ya de por sí es una auténtica joya.

Es más, el valor del diamante es tan grande que, si quieres, puedes dejar el post aquí —me doy por satisfecha, ¡hasta la próxima!—

2. La importancia de aplicar el «Método Shopenhauer».

… o cómo una confusión puede abrirte las puertas a un mundo más amable.

Shopenhauer es uno de los filósofos más pesimistas de la Historia y cree que el hombre, siempre oscilante entre el dolor y el sufrimiento,  no puede hacer mucho frente a la voluntad del más allá (entendiendo que hay una voluntad de una Fuerza Superior).

Pero Ferruccio, el amigo de Guido, lo entiende justamente al revés, autoconvenciéndose de que el hombre es capaz de crear su realidad.

La historia es que Ferruccio se lo cuenta a Guido; y, Guido, por supuesto acepta el método con los brazos abiertos, aplicándolo cada vez que tiene oportunidad.

Y sí, le funciona, aunque también gracias a su ingenio.

De todos modos, lo importante aquí es hasta qué punto el idealismo y la esperanza son positivas en nuestras vidas, del por qué la fe mueve montañas incluso cuando parte de una premisa mal interpretada.

#3. La fantasía como realidad alternativa al dolor.

Si la creación de mundos imaginarios en una situación tormentosa pueden dibujar una sonrisa y reducir la angustia, ¿por qué no crearlos?

Guido «construye» un Principado para Dora y un Juego con Premio final para Gesué. En el primer caso, rompe una posible rutina y da cabida a la sorpresa; en el segundo, escapa de una realidad cruda, inhumana y absurda –que lo es— y pone un ápice de esperanza a la infancia de su hijo.

Sus historias inventadas no llevan ninguna mala intención, al contrario: solo quiere mejorar el mundo de los suyos.

Y lo consigue de una manera poética:

Dos ejemplos: 1) Guido rescata a Dora de una manera caballeresca pero, de hecho, es un rescate en toda regla y la salva de una vida que ella no quería, 2) La realidad de Gesué no es la real, sino la que percibe de su padre, que es la que lo mantiene vivo.

Quizá no deberías desestimar nunca la supremacía de la imaginación, especialmente si nos regala «vida».

#4. El ingenio puede convertirse en tu mejor arma.

Aparte de la fantasía, Guido tiene un ingenio desbordante que le ayuda a solucionar acertijos, ya no solo como los juegos de palabras que son, sino también con los retos que le va trayendo la vida.

Guido piensa rápido y asocia los conceptos de una manera tan aguda que puede ir solventando y resolviendo situaciones a medida que se las va encontrando.

De hecho, es su asociación de ideas la que le permite la comunión entre el método Shopenhauer y el ingenio.

Y hay mil ejemplos para ilustrarlo. 1) cuando conquista a Dora, 2) en el restaurante, cuando tiene que servir a un comensal fuera de su hora, 3) cuando le pregunta a Gesué a quienes quiere prohibir la entrada a la tienda o 4) cuando se pone a traducir las órdenes de los mandos alemanes a su manera.

Guido siempre está dispuesto a mejorar la vida de los que le rodean y lo que le mueve es el amor a su familia.

#5. La pureza de la inocencia abre un mundo de posibilidades.

La esencia de Guido es creer en la bondad humana y no concebir la maldad.

Solo desde su inocencia, «nuestro héroe» puede actuar como actúa y hacer todo lo posible para que su hijo no pierda la fe en un mundo que, ciertamente, no siempre es justo, ecuánime o agradable.

Se dice «por ahí» que nos volvemos más fuertes y maduros a medida que la vida nos va dando golpes y trayendo decepciones pero, ¿y si la fortaleza y la madurez radican en la capacidad de sorprenderse, creer y crear?

Lo dejo ahí.

#6. Todo depende de la propia percepción de la realidad.

Algunas veces no nos gusta la realidad que nos rodea. Guido es consciente de la cruda situación y sabiendo que poco puede cambiarla, se decanta por lo único que le es posible en ese momento: cambiar su percepción para vivirla un poco mejor, y, además, poder proteger a su hijo.

«Dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que puedo cambiar y la sabiduría para reconocer la diferencia.» —Reinhold Niebuhr, Oración de la Serenidad.

7. Sé valiente sin pensarlo.

De nada sirve la buena intención si no se actúa en consecuencia.

La valentía de Guido y Dora es innegable y está presente en toda la película. Los dos, actúan siguiendo sus ideales, movidos por el amor incondicional y sin plantearse alternativas sabiendo que, lo que hacen, es justamente lo correcto.

Apuntes finales

Para ir terminando, te invito a escuchar el tema central de la película, originariamente solo musical, con la voz de la cantante israelí Noa que, 3 años más tarde, decidió ponerle letra. Bonito homenaje para un clásico del cine tan bello, la verdad.

Tu turno: ¿Hay algo de tu vida que te produzca tristeza, malestar, enfado? ¿Cómo puedes empezar a escribir el guión de tu vida desde hoy mismo? ¿Cuándo te sientes con más ingenio e imaginación? ¿Qué te da fuerza para superar los obstáculos que te vas encontrando?

Recuerda que la vida es bella más allá de las circunstancias porque siempre siempre siempre podemos darle un enfoque más placentero. ¿Qué es lo primero que puedes ir haciendo para ir cambiando tu percepción?

[Nota final]: ¿Te puedes creer que la película está casi a punto de cumplir los 20 años?

 

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