[Este destello es un complemento al relato Noches y días persas. Es una selección de algunas fotografías que fui tomando a personas que se cruzaron en el camino].
Las miradas nos abren mundos interiores, sonríen, reclaman un abrazo; nos sugieren recuerdos y retos superados (o no); nos invitan a acercarnos a sus propietarios y, algunas veces, hasta nos enamoran y nos empujan a sacar lo mejor de nosotros mismos.
Es cierto que también pueden provocarnos miedo, alerta o desconfianza, incluso odio y rechazo; pero me gustan más las de la primera clase, las honestas.
De hecho, todas las que te traigo son miradas bonitas. Es más, me acabo de dar cuenta de que no me encontré con ninguna de las otras…