Este nuevo destello nos lo regala un anuncio televisivo.
Sí, un anuncio publicitario, herejía.
Pero lo cierto es que no es el primero que incorporo al blog*, ni supongo que vaya a ser el último.
Supongo que es porque creo que, algunas veces, la buena publicidad (la que, desde mi punto de vista, conecta con nosotros ―más allá de que consiga su objetivo de vendernos algo o no―) puede acercarse al arte; o incluso convertirse en él, directamente, por gracia divina.
¿O acaso despertar una emoción desde la contemplación… no es la finalidad del arte?
En el mundo audiovisual, tenemos películas que se consideran Obras Maestras y cortos cinematográficos magníficos (no te pierdas esta joya); pero unas y otros necesitan bastantes minutos que el destello de hoy.
Y es que en poco menos de un minuto, el anuncio te presenta una historia que conmueve, dibuja una sonrisa y hace pensar.
¿No me crees? Dale al play.
Vale, sí, podríamos quedarnos con la pequeña manipulación de los niños creando una nueva necesidad y preguntarnos entonces si el fin justifica los medios (y, ya que estamos, ponernos a debatir sobre la libertad última del hombre), pero yo me quedo con el poder del ingenio y de cómo éste puede encontrar maneras de mejorar la vida, ya sea de uno mismo o de un tercero.
Que los tenderos vayan a vender las ranitas o no ya se verá; pero, fíjate, puede que sean ellos mismos los que, incluso de la manera más inocente, creyendo que son tendencia, conviertan las ranitas en un exitazo y que todo el mundo ande feliz con sus ranitas de hojalata.
Objetivo 1: Sonreír.
Objetivo 2: Pensar qué podrías hacer hoy tú para mejorar la vida de un tercero.
Créditos: La agencia publicitaria detrás del anuncio.
Categoría: Publicidad memorable y que regala historias, no solo slogans.