Si sigues el blog desde hace algún tiempo puede que ya sepas que tengo una cierta debilidad por Philippe Petit, el equilibrista francés que en 1974 se convirtió en el artífice del primer crimen artístico de la historia (así es como fue bautizada su hazaña) y que ya hice una entrada sobre él.
Si es así, te «perdono» que no sigas leyendo y, de hecho, te pido disculpas por recuperar a Peetit pero es que cualquier excusa es buena para dedicarle tiempo a este hombre tan sorprendentemente ¿loco? (¿Genio? ¿Rebelde? ¿Überhumano?).
Y la «excusa» es The walk (El desafío), la película que han hecho sobre su historia y que se estrenó la semana pasada.
De todos modos esta entrada es algo distinta a la de Man on Wire.
Pinceladas, nota previa y exploramos.
7 pinceladas
- El protagonista es Philippe Petit, mimo, monociclista, juglar, mago y equilibrista francés que no puso límites a su arte.
- A los 18 años, en una visita al dentista, se entera de que en la ciudad de Nueva York se están construyendo las torres gemelas. Se olvida entonces del dolor de muelas y decide que un día va a cruzar la distancia de los dos edificios sobre un cable.
- Su decisión se convierte ipso facto en sueño y obsesión.
- Se prepara a conciencia con el mejor de los maestros (Papa Rudy, patriarca de una de las familias equilibristas de más tradición en Francia), busca cómplices y, juntos, trazan un plan.
- Ponen fecha para «el golpe»: el 7 de agosto de 1974.
- Llega el día y se pasea por el cable 45 minutos ante la mirada de los neoyorquinos.
- Su hazaña tiene alcance internacional, Petit recibe un castigo ejemplar y un pase para subir a las torres de gemelas sin fecha de caducidad.
Nota previa
Aunque, personalmente, no me ha gustado del todo la propuesta de Zemeckis (y eso que tiene un inicio brutal y que prometía mucho en sus primeros minutos) y, reconociendo, que me fastidia alguna que otra licencia que se han tomado en la película, sí que me parece GENIAL que la locura de Petit se haya llevado a cine, porque así llega a más gente a la que puede inspirar.
Batallón de reflexiones: 7 lecciones
#1. «La gente me pregunta ‘¿por qué te arriesgas a morir?’ Para mí, ¡esto es vida!».
Así de contundente empieza la película, toda una declaración de intenciones de lo que acontecerá después.
Petit tiene una pasión clara, que es, a la vez, motivación y motivo de su existencia.
Teniendo en cuenta que tu pasión nunca será tan peligrosa como la de Philippe, yo de ti me preguntaría qué te mueve, en qué —y a qué nivel— te comprometes y qué riesgos estás dispuesto a asumir. Indaga en tus respuestas.
#2. «Nunca digo la palabra ‘muerte’. Utilizo la contraria,’vida’».
Hay un ingrediente imprescindible para el éxito del golpe de Philippe: el optimismo.
Asume el riesgo, sí, pero una vez asumido, no le da muchas más vueltas y se concentra en lo que está realmente bajo su control: su actitud y el plan en sí. ¿Por qué no iba a conseguirlo?
Philippe revisa cada detalle del plan que ha trazado con sus compañeros y ensaya una y otra vez.
Es su manera de tener a raya sus miedos, aunque a veces estos afloren.
Por ejemplo, cuando le cae al vacío la camisa que quería ponerse para su hazaña y casi se colapsa.
Pero no, se recompone gracias a esa resiliencia tan suya y a ese optimismo de saber que la oportunidad sigue siendo vida.
#3. «Nunca invadiría el espacio de otro artista».
Resume otro de los momentos que más me gustaron de la película: El respeto por el arte de los demás aunque eso signifique tener que buscar una alternativa.
Qué fácil sería todo con una dosis de respeto fraternal en la que el espacio del otro fuera sagrado, ¿verdad?. No ya por ser el rincón físico de una creación, sino el espacio del otro para crecer, experimentar, vivir…
En un mundo tan competitivo parece que solo se pueda brillar apagando la luz de los demás pero, en realidad, la luz siempre suma, ganará voltios.)
Philippe crea su propio arte y busca sus propios límites para ser el más grande equilibrista de la Historia pero centrándose en superarse a él mismo y siempre respetando a los demás.
De hecho, yo creo que si hubiera descubierto que alguien más ya estaba planeando su golpe a las torres gemelas no hubiera entrado en la pugna y hubiera buscado un nuevo reto.
#4. «Las zanahorias ya están cocidas».
En la película la metáfora francesa —y culinaria— les carottes sont cuites cobra protagonismo en dos ocasiones.
Quiere decir que ya no hay vuelta atrás, que ya no hay nada más qué hacer —ni añadir— al respecto de algo.
De todos modos, tiene un punto de desesperanza que no me gusta. Por eso prefiero el alea jacta est de los romanos (aprendida en los cuentos de Asterix): Tomada la decisión, a ver qué pasa: «La suerte está echada».
Lo de «las zanahorias están ya cocidas» lo entienden todos: Philippe, su compañera Annie y el resto de los cómplices cuando se les explica el concepto. Todos están comprometidos con la causa y no hay vuelta atrás.
#5. «Es imposible… pero lo haré».
Más allá de la razón, Phillippe se guía por su corazón, por esa intuición tan suya de saber que lo imposible es, paradójicamente, posible.
Con esa certeza, se pone a trabajar en su sueño, en hacer todo lo que está en su mano y confiando que el universo hará el resto.
Petit es perseverante, nunca tira la toalla y está tan comprometido que se entrena con el mejor funambulista (Papa Rudy), asume los costes de su aprendizaje como una inversión, sobrelleva los fracasos buscando nuevos retos y busca aliados porque sabe que necesitará ayuda y que solo no puede hacerlo.
#6. La importancia del primer paso y de los 3 últimos.
Philippe sabe que es igual de crucial el momento en el que pone sus pies en el cable como el momento en el que baja de él.
Solo entonces la creación está terminada.
Con el primer paso, el mundo de Philippe desaparece (se funde con el cable y el momento), pero el éxito está al final de los 3 últimos pasos, cuando ya no hay peligro.
Y es que tal como le recuerda Papa Rudy, la muerte puede suceder justamente en esos 3 pasos finales.
La única manera de conseguirlo es siendo humilde hasta el final.
#7. «Muestra gratitud».
Otro de los consejos de Papa Rudy es que, más allá de la técnica (y en cada actuación), hay que mostrar una actitud correcta frente al público.
Petit lo lleva a rajatabla y siempre muestra respeto, transparencia y gratitud por el cable, por su audiencia y por el momento en sí.
Apuntes finales
Para mí, la de Petit, es la locura más grande de la Historia: un sueño retador y peligroso que acabó milagrosamente bien gracias a una pasión desbordante, a un compromiso pleno, a dar ese primer paso sobre el cable y también a ser capaz de dar los 3 últimos.
Naturalmente hay más hazañas pero la de Philippe sigue siendo la que me causa mayor impacto y la que me parece más bella, poética y desafiante.
El 7 de agosto de 1974 Petit se fundió en su golpe y el mundo se enamoró de la belleza de su acto.
Y yo con él.
Acabo ya. Si quieres saber más sobre Philippe, recuerda que tienes una entrada más completa en el blog referida a Man on wire y que incluso tienes el documental sobre su hazaña en un destello de inspírate.