La historia de «Los 33» es de aquellas que cumplen (con creces) aquello de que, a veces, la realidad supera la ficción y de que la fe mueve montañas.
Esta semana se cumplen 4 años de un rescate que roza la épica y que fue seguido en directo por los medios de comunicación de todo el mundo.
Hasta el momento, hay dos películas sobre el hecho (de las dos, a mí me gustó más Los 33) y también un sinfín de reportajes y artículos al respecto.
Hoy recordamos esta historia de esperanza, fe, liderazgo y mucha perseverancia.
7 Pinceladas
- La historia se sitúa en las minas chilenas de San José, a 700 metros bajo tierra y a una temperatura alrededor de los 37º.
- La mina había dado «avisos» de alarma y peligrosidad (la montaña se estaba derrumbando) pero, desde Dirección, se decidió proseguir con normalidad.
- El 5 de agosto de 2013, 33 mineros quedan atrapados y se resguardaron en el refugio: tenían una contingencia mínima que les aseguraba únicamente 3 días de provisiones.
- Uno de los mineros (Mario), tomó el liderazgo del grupo y la comida se racionó al máximo para poder sobrevivir más tiempo.
- Mientras tanto, gracias al empeño de las familias y al tesón del Ministro chileno de Minería, y aun conscientes de las mínimas posibilidades de encontrarlos con vida, se puso en marcha un plan para rescatarlos.
- El 22 de agosto, 17 días más tarde del derrumbe, y en el momento más crítico para los mineros, que ya se habían quedado sin comida, la perforadora utilizada en la operación llegó al punto donde se encontraban todos ellos, que mandaron un mensaje escrito en papel hacia arriba informando de que todos estaban a salvo.
- Tras una logística que roza la épica, el 13 de Octubre, 69 días después del derrumbe, TODOS los mineros fueron rescatados con vida.
[Apunte extra]: A día de hoy, ninguno de ellos ha recibido compensación económica y los propietarios de la mina nunca fueron juzgados. Es más, muchos de ellos sufren problemas de salud y no tienen trabajo.
Lecciones de los 33 y su rescate
#1. Los momentos exasperantes necesitan calma, comunicación y liderazgo.
¿Te imaginas el sustazo de estar encerrado en un mina sin poder comunicarte con el exterior y sin saber si volverás a ver la luz del sol y abrazar a los tuyos? Es más, ¿te imaginas ese sustazo compartido por 33 personas a la vez? Uf, uf, uf.
Sinceramente, yo creo que la situación hubiera caído en el más profundo caos de no haber sido por un liderazgo nato y respetado por todos (fuera y dentro de la mina). Y es que tiene mucho mérito que en un momento así, alguien decida tomar la responsabilidad, ya no solo de su vida, sino la de todos los demás, en plan superhéroe. Eso sí, como un regalo del destino, el líder había hecho un curso de cómo manejar un equipo en momentos de alarma.
Por su parte, el Ministro de Minería de Chile también asumió una gran responsabilidad, tomando decisiones arriesgadas y con un liderazgo que supo mantener a lo largo de la operación.
Podríamos resumir que el rescate pudo ser un éxito gracias a ambas partes; las mismas que supieron cohesionar a mineros y población y transmitir en cada momento qué pasaba y qué se necesitaba. Eso sí, sin olvidar que tan importantes fueron los líderes en sí como aquellos que los siguieron; los mismos que mantuvieron la razón por encima del impulso y las emociones, que no debió de ser nada (pero que nada) fácil.
Y eso me lleva al siguiente punto, el del equipo.
#2. Cuando hay un objetivo común, mejor sumar fuerzas.
Fuera por desesperación, unidos por la esperanza de un final feliz o quizá para no acabar en la locura más cruel, todos y cada uno de los mineros necesitaron dar carpetazo a la discordia y el egoísmo, dejar de lado sus diferencias y adaptarse a la realidad del momento; tenían un objetivo común, la supervivencia, y ésta requería valores como la empatía, la convivencia, la cohesión y el compañerismo., todo un reto, teniendo en cuenta que tenían que compartir un refugio minúsculo, oscuro y con unas provisiones racionadas (aunque luego les abastecieron con alimentos y se les suministró luz).
Como en el punto anterior, también en el exterior se necesitó una actitud similar y todos aquellos que participaron en el rescate (familiares, amigos, la gente del ministerio, expertos internacionales, operadores, técnicos y voluntarios) también tuvieron que cohesionarse y formar un equipo sólido, que lo hicieron, convirtiéndose cada uno en una pieza clave del engranaje.
#3. La fuerza del compromiso, la paciencia y la perseverancia.
Cuando el Ministro de Minería decidió que va iba a hacer todo lo posible para intentar rescatar a los mineros, lo hizo desde el compromiso total, llevando a cabo una operación titánica en la que participaron instituciones y expertos internacionales.
Por su parte, las familias de los mineros dejaron sus vidas para centrarse en el rescate, creando una comunidad fuerte y cohesionada, aun sabiendo que, quizá, el final no sería feliz.
El compromiso iba más allá de hacer todo lo posible para que resultase un rescate exitoso, también consistió en cuidar cada paso que se daba, desde la paciencia y la perseverancia, para no asumir riesgos que pudieran llevar al desastre. Más bien al contrario, poco a poco y ajustando el plan y sus alternativas. (Un ejemplo claro fue que el rescate del primer minero duró una hora, pero el último necesitó solo de unos minutos).
#4. Los momentos de humildad, modestia y triunfo compartido son sublimes y tienen valor universal.
Puede que, dentro y fuera de la mina, hubiera momentos de orgullo, que puede ser (somos humanos y esa posibilidad va con nosotros) pero, en general, lo que percibí yo viendo la película y algún documental era la sensación de un triunfo compartido en la que todos fueron imprescindibles y en la que se percibía la máxima gratitud por ese final en el que el esfuerzo tuvo recompensa.
Supongo que la tragedia ya era suficientemente tragedia como para ir de héroes.
Hay dos momentos que me parecen claros ejemplos de sensatez y humildad: 1/ cuando el Jefe de Operaciones cede el liderazgo al compañero que mejor va a llevar el grupo (por conocimientos, por carácter) pero decide ser el último en salir de la mina, solo cuando sabe que todos los demás están a salvo, y 2/ cuando el ministro no intenta robar protagonismo a los mineros y su reencuentro con sus familiares.
Apuntes finales
Yo no sé si crees en los milagros, pero, más allá de aquellas cosas incomprensibles llenas de magia, que bienvenidas son, está claro que, se necesitó más que un grano de mostaza para que la historia acabara bien: el compromiso, el tesón, la fe, la confianza absoluta en el otro y la unidad fueron las piezas claves.
Lo que sería interesante es recordar la actitud y los valores de todos los protagonistas de esta historia y ponerlos en práctica sin tener que quedar atrapados bajo tierra o vivir una pesadilla como la que vivieron esos 33 mineros y sus familias, cuyo sufrimiento fue compartido por todo el mundo.
Y una última reflexión: ¿y si realmente la fe mueve montañas? ¿Y si el universo echa una mano cuando la esperanza es tan grande que rompe cualquier barrera? ¿ No nos ayudaría pensar en esa ayuda extra?
La historia de «Los 33», de los casos más claros del conocido «Todos somos uno».