Recuerdo que mi primer encuentro con la historia de Anne y Helen. Fue cuando sólo habían dos canales en televisión. Echaban la película sobre ellas (El milagro de Ana Sullivan) y quedé tan impactada que sus nombres me quedaron grabados para siempre. No debía tener ni 9 años.
Este fin de semana pensé en verla otra vez porque quería que estuviera en el blog así que he hecho los deberes y te traigo algunas reflexiones. También he tenido en cuenta el libro de Helen La Historia de Mi Vida, toda una joyita que también te recomiendo.
La historia es totalmente extraordinaria, llena de lecciones y de inspiración.
Tiene un punto milagroso, sí, pero no por lo divino (que puede que también), sino por toda una serie de actitudes y aptitudes que son las que marcaron ese antes y después mucho más allá de las vidas de las dos protagonistas.
Para mí, la base está en la determinación de Anne:
«Todo lo que el hombre piensa, siente y sabe lo expresa con palabras, y ellas disipan las tinieblas… Y yo sé, estoy segura, de que con una palabra conseguiría poner el mundo en tus manos. Y bien sabe Dios que no me conformaré con menos.» —Anne Sullivan.
5 Pinceladas
- Helen Keller nació en el seno de una familia adinerada al Sur de Alabama (EUA) en 1880. A los 19 meses, debido a la escarlatina, quedó sordociega.
- Anne Sullivan, por su parte, había tenido una infancia difícil y había sufrido problemas graves de visión.
- Helen es una niña malcriada y muy agresiva. Su familia decide contratar a una educadora para que se ocupe de ella. Justo después de haber recuperado la vista tras dos operaciones, llega Anne a casa de los Keller.
- Helen rechaza la disciplina impuesta por Anne y, al principio, no pone mucho de su parte para comunicarse a través del tacto, que es lo que quiere enseñarle Anne.
- En el momento final de la película ocurre el «Milagro» (de allí que la película se titule «El Milagro de Ana Sullivan» -The Miracle Worker-) y Helen rompe, por fin, su aislamiento con una primera palabra.
Batallón de reflexiones: 10 lecciones
… con Anne Sullivan…
#1. Nada es imposible.
Quizás te suena aquello de Jean Tucteau que decía «Lo consiguieron porque no creían que era imposible.» Pues al lado podría ir perfectamente la foto de Anne.
Imagínate el reto al que se enfrentaba:
1. Enseñar a comunicarse a una niña sordociega.
2. Redirigir la violencia de Helen.
3. Tratar de reeducar al entorno (una madre que le consiente todo, un padre pesimista que sólo quiere que la niña estorbe lo menos, un hermano celoso…)
Bueno, pues lo hizo divinamente: Helen se convirtió en oradora, escritora y se licenció en la Universidad.
#2. Márcate una meta, identifica el primer objetivo y sé tenaz.
Anne siempre tuvo claro su meta y en ningún momento se percibe que vaya a desfallecer.
Su meta es que la niña se comunique pero para ello, se fija primero un objetivo que sabe que puede representar el clic que necesita para proceder.
«Si sólo pudiera enseñarte una palabra…» —Anne Sullivan
#3. Siempre hay una manera de poder conseguir algo.
Ya lo decía Stephen Dolley: «El que quiere algo buscará un medio; El que no, una excusa.»
Anne sabía el gran reto al que se enfrentaba de la misma manera que también era consciente de que no podía usar métodos convencionales.
Tenía que probar, inventar, ir adaptando y seguir creando maneras de llegar a su objetivo.
Y llegó.
«Sigue empezando y fracasando. Cada vez que fracases, empieza desde cero y crecerás más fuerte hasta que consigas tu objetivo. Quizás no el mismo por el que empezaste pero uno que serás feliz de recordar.» —Anne Sullivan
#4. Disciplina y compromiso con tu causa.
Helen era una niña consentida y totalmente desorientada. Necesitaba normas y horarios, una disciplina marcada por Anne que, al principio, rechaza pero que luego más tarde agradeció.
«La Obediencia es la puerta por la que el conocimiento entra en la mente.»—Helen Keller
#5. «El momento más oscuro de la noche es justo antes de que salga el sol.»
Nadie nos aseguró que todo en nuestra vida sería fácil y rápido.
¿Recuerdas el cuento sobre el bambú japonés?
Todo tiene su tiempo por lo que mejor ser paciente y seguir perseverando.
«Ahora cuanto tengo que enseñarte cabe en una sola palabra: TODO.» —Anne Sullivan, El Milagro de Ana Sullivan
Apasiónate por lo que haces.
«No desestimes el poder de la Pasión.» —Eve Sawyer
Enseñar es la gran pasión de Anne, lo que da sentido a su vida, lo que le permite que pueda con cualquier obstáculo, lo que la mueve a ir más allá de sus propios límites.
#6. La generosidad sincera es la de las mayores recompensas.
Anne se da completamente a Helen sin esperar nada a cambio.
El éxito de Helen, así como el amor y el agradecimiento que le profesó fue el mayor regalo para Anne.
«El día más importante de mi vida es aquél en que mi profesora, Anne Mansfield Sullivan, llegó a mí.» —Helen Keller.
Con Helen Keller…
#7. La importancia del lenguaje y la comunicación.
Nacimos para relacionarlos con el mundo y para ello necesitamos un lenguaje que nos enseñe a conectar con él, a comprenderlo y a vivir mejor en él.
Lo necesitamos para poder expresar aquello que pensamos, sentimos y queremos compartir.
Pero Helen no disponía de ninguno y vivía ajena al mundo sociocultural que le rodeaba, sin poder comunicarse.
Cuando Helen comprende que hay una manera de comunicarse, se abre todo un mundo para ella y, por fin, puede salir de esa cárcel interna. Es su abracadabra, una palabra que se convierte en pura magia.
«Me fui de la fuente ansiosa tras aprender que todo tenía un nombre, y cada nombre engendraba un nuevo pensamiento. Mientras regresábamos a la casa, cada objeto que yo tocaba parecía temblar de vitalidad: era porque lo veía todo con la extraña y nueva visión que me había embargado. Al traspasar la puerta recordé la muñeca que había roto. Fui a tientas hasta el hogar y recogí los trozos. Traté en vano de ensamblarlos. Entonces mis ojos se llenaron de lágrimas, pues comprendí lo que había hecho, y por primera vez sentí arrepentimiento y pesar.»—Helen Keller
#8. La curiosidad es el mejor motor para aprender.
Al establecer esa conexión y aprender que existe un LENGUAJE para comunicarse, la alegría de Helen es rebosante.
La escena en la que corre a buscar a sus padres para «comunicarles» ese «ya sé» pone los pelos de punta y su emoción te corta el aliento.
«La inteligencia de Helen le permitió en ese primer día de contacto con el lenguaje aprender más de treinta palabras (entre ellas varios verbos), y pasar en pocos días directamente a la fase de explosión lingüística en la que se unen palabras para tratar de formar oraciones.» —Anne Sullivan
Helen Keller aprendió braile, terminó hablando, se graduó cum laude en la Universidad de Radcliffe, escribió un libro, participó en un documental sobre su vida y fue conferenciante a nivel internacional… Ahí es nada.
#9. Símbolos: viendo más allá de lo que ven nuestros ojos.
«Crecí salvaje y desbocada, riendo y cacareando para expresar placer, pataleando, arañando, emitiendo los sofocados chillidos del sordomudo para indicar lo opuesto.» —Helen Keller, en su diario.
A veces, nos comunicamos por símbolos. No sabemos hacerlo de otra manera. Pero Helen, hasta que llegó Anne, no podía hacerlo de otra manera. El problema es que nadie podía percibirlos como tal y que con ellos Helen estaba tratándose de comunicar.
Su caso es extremo pero yo creo que está bien recordar que, muchas veces, detrás de acciones y palabras a las que no le damos importancia o ignoramos por completo, se esconden gritos de desesperación y mensajes importantes.
En la misma película hay un elemento clave que es símbolo del encierro de Helen y de su grito silencioso: la llave. La misma que abre y cierra puertas, la de la habitación y la del interior de Helen, que se siente aprisionada aunque no tenga referencias de lo que significa.
La manera en cómo percibe Anne que la niña quiere ser liberada es cuando Helen le roba la llave de su habitación y la esconde.
De una manera consciente o no, lo que hace Helen es pedirle ayuda para que la lleve a un mundo distinto y que intuye que existe.
La metáfora perdura en toda la historia: Helen esconde la llave en la bomba de agua y es ahí donde más tarde encontrará el acceso a la liberación.
Otro símbolo que también me gusta es una escena en la que un polluelo rompe el cascarón en las manos de Helen y vemos a la niña completamente feliz. Yo creo que ella se siente así, dentro de un cascarón y que sabe que si fuera capaz de romperlo, se abriría un nuevo mundo.
Definitivamente hay que estar más alerta de lo que nos rodea, de los mensajes que van con las palabras y detrás de símbolos y metáforas.
Con las dos…
#10. El amor incondicional puede con todo.
Realmente imprescindible, es base de todo milagro.
«Esta mañana Helen se levantó como una hada radiante. Ha volado de objeto en objeto, preguntando el nombre de todo y besándome de pura satisfacción. Anoche, cuando me acosté, se acurrucó contra mí sin que yo se lo pidiera y me besó por primera vez, y creí que mi corazón estallaría, tan colmado estaba de alegría.» —Anne Sullivan, carta del 5 de abril de 1887.
Unas palabras de Helen…
«Caminamos por el sendero hasta la fuente, atraídas por la fragancia de la madreselva que la cubría. Alguien extraía agua y mi maestra puso mi mano bajo el grifo. Mientras el chorro fresco me empapaba una mano, ella deletreó en la otra la palabra «agua», primero despacio, después deprisa. Me quedé en silencio, fijando mi atención en el movimiento de sus dedos. De pronto tuve una borrosa conciencia, como de algo olvidado, el estremecimiento de un pensamiento que regresaba; y de algún modo se me reveló el misterio del lenguaje. Supe entonces que «a-g-u-a» significaba esa maravillosa frescura que rozaba la mano. Esa palabra viviente despertó mi alma, le dio luz, esperanza, alegría, la liberó. Todavía había barreras, es verdad, pero barreras que podrían eliminarse con el tiempo.
[…]
Ese día aprendí muchas palabras y aún recuerdo cuáles eran; sé que «madre», «padre», «hermana» y «maestra» estaban entre ellas, palabras que harían florecer el mundo para mí […]. Habría sido difícil encontrar una niña más feliz que yo cuando me acosté. Al final de ese día memorable reviví las alegrías que me había traído, y por primera vez anhelé que llegaré un nuevo día.»
—Helen Keller, La Historia de Mi Vida.
Termino aquí mi pequeño homenaje a estas dos brillantes mujeres. Espero que te haya gustado su historia y que te inspire, al menos, una milésima parte de lo que a mí.
[Notas adicionales]:
1) Si has llegado hasta el final de esta larguísima entrada, mil millones de gracias por tu compañía.
2) Anne y Helen son dos ejemplos claros de hasta qué punto ser resiliente es importante en nuestras vidas y la importancia de mantener una actitud positiva en los momentos más retadores.