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Artículos y destellos para ser cada día mejor.

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Archivo de octubre 2014

Starman, el hombre de las estrellas

Dice Bowie en esta canción que hay un hombre de las estrellas esperando en el cielo el momento oportuno para bajar a la Tierra y así salvar los niños de un mundo a la deriva…

He decidido convertir Starman en destello porque da muy buen rollo.

Pero no solo por eso.

También te lo traigo porque 1) me parece un grito de esperanza en un tiempo en el que la humanidad parece que haya perdido el rumbo y 2) porque sería genial justamente eso, que un hombre de las estrellas estuviera cuidando y animando a los niños (y a los que no lo somos tanto) a bailar, jugar y disfrutar.
De hecho, por mí, podría bajar hoy mismo.

OBJETIVO 1: Contagiarte de la buena vibra de la canción.
OBJETIVO 2: Dejarte ir un poco más.
OBJETIVO 3: Confiar que hay un starman en el cielo que vela por ti. ¿Y por qué no debería ser así?

Letra de la canción traducida al castellano.

La leyenda de los dos lobos

Es una historia a muy breve (aunque no necesita ser más larga) de origen nativoamericano. De todos modos, léela con atención y reflexiónala luego, que ya verás que tiene su «qué».

Sepas también que me he tomado la libertad de bautizar al niño protagonista con el nombre de Anoki, que es el nombre cherokee que más me ha seducido. Habrá otros, sí, pero a más que me lo repito, más me gusta.

La leyenda

Érase una vez, en una noche hermosa con un cielo estrellado maravilloso y contemplando el fuego de una gran hoguera, un viejo cherokee estaba enseñando a su nieto de qué iba la vida.

—Anoki, en nuestro interior hay una lucha entre dos lobos. El primero es malo. Es el miedo, la envidia, la ira, la pena, el remordimiento, la avaricia, la arrogancia, la autocompasión, la procrastinación y el ego.

El segundo es el bueno. Es el amor, el ser positivo, la alegría, la confianza, la esperanza, la paz, la humildad, la serenidad, la empatía, la verdad y la compasión.

Entonces Anoki, imaginándose a esos dos lobos en dura batalla forcejeando en sus tripas, preguntó intrigado…

—Y abuelo, ¿cuál de los dos va a ganar?

A lo que el viejo sabio cherokee, mirando a su nieto con una sonrisa sabia y serena respondió:

—Aquél al que más alimentes, Anoki. Ése, es el que ganará…

Momentos de Reflexión

La cuestión es ganar conciencia e identificar a qué «lobo» alimentamos más, cuál de los dos está al mando de nuestras vidas.

El «lobo malo» asume el poder cuando olvidas quién eres y pospones mejorarte como persona.

Si es el que tiene el control, hay que tomar la responsabilidad de hacer los cambios pertinentes para que el«lobo bueno» sea el que mejor alimentado.

Y este último se alimenta  con hábitos, pensamientos y acciones basados en la esperanza, el buen humor, el amor y la compasión.

La leyenda de los dos lobos te invita a cuidar la alimentación de uno y otro.

¿Hace?

Preguntas para conversaciones de más de un segundo

Asumámoslo: a la pregunta «¿Qué tal el día?» (el trabajo, el cole, la reunión, el curso de macramé… —lo dejo a tu elección—), normalmente obtenemos respuestas tan breves que terminan una conversación antes incluso de empezarla.

Algunos ejemplos son «bien», «mal» o «mejor ni te contesto».

El resultado es producto de una comunicación ineficiente que está encallada en preguntas cerradas y en contestaciones de manual.

Como mucho, pueden originar una pregunta extra que tampoco invita a la reflexión y que puede resultar demasiado inquisitoria. Sería del tipo «¿y eso?»

El problema es cuando tienes enfrente de alguien que te importa.

Se presentan entonces dos opciones: aceptar esa realidad sin más porque «la vida es así» o valorar cómo cambiarlo,

Naturalmente conviene la última: no siendo capaces de mantener charlas de las pequeñas cosas del día, el reto será mucho mayor cuando surjan los temas importantes así que mejor ponerle remedio ya de primeras.

Y ahí entran en juego las preguntas abiertas, aquellas que facilitan una introspección mayor y una reflexión antes de dar una contestación.

No es cuestión de forzar nada, pero sí de ir probando y ajustando, de ser conscientes del tipo de conversaciones que tenemos con los que nos importan y de ir aumentando su calidad.

Las preguntas abiertas

He preparado unos ejemplos enfocados a los más pequeños de la casa. Los he escogido a ellos porque semana que viene se retoma el curso escolar y considero que es es el momento idóneo para introducir «El Gran Cambio» de una forma más natural. El objetivo es que se sientan escuchados mientras recapitulan el día contigo.

Por supuesto, son sólo ejemplos para que te inspires y busques las que mejor se adapten a tu forma de ser. Algunas preguntas son más de manual y otras más mandalaycas.

Verás que las preguntas pueden ser fácilmente adaptadas y que no quedan restringidas a los pequeños de la casa.

#1. ¿Qué has hecho hoy de especial que te gustaría que supiéramos en casa?

#2.  ¿Qué —o quién— te ha hecho sonreír hoy?

#3.  ¿Qué cosas quieres agradecer a la vida que te hayan pasado hoy?

#4 ¿Qué Súper Poder hubieras utilizado hoy para tener un día incluso mejor?

#5. ¿Qué has aprendido hoy?

#6. ¿Qué frase resumiría tu día?

#7. ¿Qué es lo que más te gusta de… (completa según veas)?

#8. ¿Cuál ha sido el momento más mágico desde que te has levantado?

#9. ¿Ha habido algo que te haya molestado?

#10. ¿A quién le darías el premio a la generosidad —a la simpatía, a «loquequieras»—?

#11. ¿Cuál ha sido el momento con más magia desde que te has levantado?

#12. ¿Cambiarías algo del día de hoy?

Es verdad que puede que te encuentres con una primera reacción que incluya una mirada del tipo «¿Y ahora por qué demonios me pregunta eso?» Pero, con perseverancia, a modo juego, seguro que vas mejorando la comunicación y vais compartiendo cada día más.

Las preguntas que empiezan con «qué» dan por hecho que ha pasado algo e invita a buscar la respuesta entre los recuerdos del día. No ocurriría lo mismo con la pregunta «¿Hay algo de especial que hayas hecho que quieras que sepamos?» porque, si se contesta con un «NO», sería el fin de la conversación.

Si tomamos como ejemplo la pregunta #1 (¿Qué has hecho hoy de especial que te gustaría que supiéramos en casa?), seguro que, pensando un poco, encuentra algo: «He ayudado a un anciano a cruzar la calle»; «Pues hoy Nicoletta se ha olvidado los plastidecors en casa y le he dejado los míos. Y, ¿sabes? Ella luego me ha regalado un dibujo. Espera, que te lo enseño. ¡Mira!».

No desistas y luego comparte tu «qué» especial del día, haciendo que el ejercicio sea del todo compartido.

Con este tipo de preguntas vas a mostrar interés por su opinión, por sus valoraciones, por su criterio y vas a conseguir doble premio 1. Que se sienta bien y 2. Que esté más alerta de lo que pasa a su alrededor para seguir compartiendo contigo.

Por supuesto, no hagas todas las preguntas el mismo día, deja fluir y recuerda el objetivo: crear un hábito de comunicación con los pequeños de la casa. Puedes ir alternándolas o añadiéndolas poco a poco hasta que se integren totalmente en vuestra vida.

Deja que ellos hablen pero también habla tú: de la misma manera que tú quieres saber de ellos, ellos quieren saber de ti.

Y recuerda: lo de las preguntas abiertas es un consejo para todos, más allá de la edad.

La brecha del cántaro

Es la historia de un cántaro que se cae, se agrieta y se angustia pensando que ya no tiene valor.

Pero está equivocado, la vida le tiene preparada una sorpresa y una misión.

Es una bonito cuento y anima a superar las «brechas», impedimentos y baches que nos vamos encontrando día tras día.

Te presento al cántaro que tenía en su destino «hacer Historia».

Seguro que, a partir de ahora, ves la belleza de las brechas…

OBJETIVO 1: Coge siempre perspectiva de lo qué te está pasando.
OBJETIVO 2: Acepta el bache como parte del aprendizaje.
OBJETIVO 3: Sonríe cuando entiendas que todo tenía sentido.
AUTORÍA: Spirit Clips.
CATEGORÍA: Vídeos que motivan.

La importancia de cómo nos hablamos…

… a nosotros mismos.

Te voy a invitar a que te preguntes sobre cómo te hablas, a saber si eres consciente de qué te dices durante el día, de cómo te tratas y de si, alguna vez, te has parado a identificar qué porcentaje de amor u odio te dedicas cuando te hablas a ti mismo.

Me refiero a si eres de los que…

  • Te machacas con aquello de «no puedo», «no sé», «es difícil», «soy incapaz» —uf—
  • Estás más cerca de «lo intentaré» «puedo probar» «lo estoy intentando» «haré todo lo que pueda» —uf II—
  • Tienes una actitud positiva y te mueves más entre los «puedo», «sé », «me las ingeniaré», «soy capaz» —para nada uf—

No sigas leyendo hasta que hayas reflexionado un minuto. De hecho,te invito a que leas de nuevo (pero en voz alta) los 3 puntos anteriores para identificar cómo te sientes pronunciando según qué palabra.

Te espero.

[…]

¿Qué tal te ha ido?

Yo creo que no te habrás sentido igual diciéndote «no soy» que «soy» ni escuchándote diciendo «no puedo» a «puedo».

Es sencillo: con lo negativo te sientes un gnomo, y con lo positivo, creces dos centímetros.

Tal cual. Bueno, metafóricamente «tal cual», pero ya me has entendido.

Pero vayamos un poco más allá.

¿Te acuerdas del poder del subconsciente?

Tu cerebro no distingue la realidad de la ficción, lo que le dices «va a misa», por lo que registra todo y luego lo tiene en cuenta para ir creando tu día a día.

No es poca cosa y por eso tienes que ir con cuidado con lo que te dices no sea que, al final, no puedas ni seas ni consigas.

De verdad que es importante.

Analicemos

1) «No puedo, es duro, es difícil, soy incapaz, no sé, es imposible que yo… »

Vale, no te haces ningún bien, estás impidiendo tu crecimiento, no te comprometes y tiras la toalla demasiado pronto (de hecho, antes incluso de haber empezado) y sin la posibilidad de aprender.

Mhhh, ¿quieres realmente eso?

2) «Lo intento, quizás podría,  puede que sea capaz, no sabría, dudo que pueda…»

Aquí te quedas a medias, justificándote antes de empezar por si «fracasas» cuando, incluso así, podrías aprender y no sería tan fracaso.

Recuerdo leer una vez en un libro que puedes o no puedes levantar un lápiz que está encima de una mesa, pero ¿intentarlo? No, o lo levantas o no lo levantas pero intentarlo es imposible.

Pero lo del absurdo del verbo intentar mejor te lo cuenta un Maestro de esos de película. Dale al play.

3) «Puedo, sé, lo haré, lo conseguiré».

En positivo, ayudas a tu crecimiento, a tu aprendizaje, te comprometes y buscas opciones para crear esa realidad que quieres.

Puede que la transformación no sea de un día para el otro pero no es historia de intentar, si no de ponerle intención, que es harto distinto.

Apuntes finales

Te invito a que durante esta semana estés más alerta a cómo te hablas, a que sumes las veces que te trates en positivo y a llevar la cuenta de las otras tantas (que las habrá) en que te descubras siendo tu peor enemigo.

El objetivo es que cada vez que te sorprendas diciéndote algo que no te beneficia, lo cambies luego a algo que te empodere.

Voy terminando con un apunte científico: El pensamiento es energía y la palabra es vibración. Y, bueno, teniendo en cuenta que la física concluye que energía y vibración crean la materia, entonces, por la misma regla de tres, podemos concluir que el pensamiento y la voz crean tu realidad.

Si te tienes que quedar algo de la entrada de hoy, asume que el lenguaje puede impedir que avances y que, por ello, es importante que cuando te dirijas a ti, lo hagas con amor, compasión y confianza.

Anota la hora y el día de hoy y recuerda: eres, sabes, tienes la capacidad y puedes conseguir todo lo que te propongas.

No, mejor dilo en voz alta:

«Soy, sé, tengo la capacidad y conseguiré todo lo que me proponga».

Y sí, mejor en presente, pero eso ya lo trataremos otro día.

¿Qué cosas positivas y maravillosas te vas a decir a partir de ya?

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