… bofetada, colleja y patada.
Estos días he pensado mucho, aunque asumo que tú también. Seguramente, además, todos nos hemos encontrado en algún momento del día llorado desde la impotencia y la incredulidad de ver cómo se desmoronaba un mundo que, más allá de gustarnos o no, creíamos (erróneamente) sólido e inquebrantable; un mundo que aceptábamos (con mayor o menor resignación) con la esperanza de que fuera el mejor de los mundos…
En esa tónica, parecía que 2020 iba a ser un año más; pero, patapam, entonces llegó el virus con corona para propiciarnos una ostia de la forma más abrupta, llevándose con él a los más vulnerables, desafiando nuestra salud (física y mental) y, de forma algo más indirecta, enviando muchas familias a la pobreza (en este caso culpa también de un sistema que, ya enfermo, nos estaba llevando a la deriva).
Ante un presente objetivamente desolador, se me acumulan las preguntas: ¿cómo será el mundo a partir de ahora? ¿Es que acaso podrá ser igual? ¿Qué sociedad nos espera después del covid19? ¿A qué retos (como personas individuales, como ciudadanos) deberemos enfrentarnos? ¿El sentimiento de fraternidad que hemos presenciado desde los balcones y desde la movilización (virtual), ha llegado para quedarse o, al final, será solo una anécdota emotiva sin recorrido? ¿Sabremos aprovechar la «coyuntura» para hacer una sociedad más agradable para todos? Cuando todo se apacigüe un poco, ¿plantearemos nuestros días recordando que los infortunios llegan sin avisar? Es que quizá sería lo suyo porque, ¿en qué momento decidimos que todo siempre va a mejor?
No tengo las respuestas (para serte sincera, no me atrevo ni a intuir algunas de ellas) y creo que los grandes desafíos están todavía por llegar (tal cual), pero sí que tengo claro que, en estos momentos de confusión, incertidumbre y (en algunos casos) de confinamiento (que si es el tuyo, voy a asumir que cumples a rajatabla), nuestro reto inmediato (tras asegurar que tenemos nuestras necesidades cubiertas, que esta es otra), es doble: por un lado, seguir encontrando un sentido a nuestras vidas (aunque solo sea uno); y, por el otro, reconectarnos más con lo que somos (o descubrirlo y explorar desde ahí) y no dejar que nos intoxiquen el alma, un reto incluso más importante que el primero, porque en estos momentos cabe la posibilidad de dejarnos llevar con mayor facilidad a la histeria y la desidia.
Quizá es un buen momento para poner un poco de orden en nuestras vidas y nuestras casas, para hacernos preguntas y responderlas, para replantearnos nuestros días y para que, sobre todo, la etapa poscovid-19 nos pille un poco más preparados, más resilientes y, ya que estamos conociéndonos mejor.
No es tarea fácil (ni para ti, ni para mí, quede claro). Las buenas intenciones requieren de muchísima voluntad y hoy en día, aun desde el encierro, hay demasiado estímulo y una oferta desmedida que nos seduce al consumo y al abandono, de ahí a que sea importante tomar las riendas.
De Twitter:
Tú, confinado: VENGA, VOY A LEER
Netflix: JAJAJAJAJAJAJA
―@PentotalSadico
¿Tiene el tweet razón? Pues sí, la tiene.
Y quien dice Netflix, dice cualquier plataforma de vídeo, la televisión, los periódicos online, las redes sociales… porque es muy fácil que caigamos en brazos del Dios Entretenimiento, cuando no en los de la Diosa Alarmista, a cual peor.
A ver, que el entretenimiento y la información tienen que estar en nuestras vidas, pero si decidimos cómo, cuándo y desde dónde, pues mejor.
Virtud o Vicio
¿Conoces este cuadro? ⤵⤵⤵⤵
Es de una de las muchas representaciones de La encrucijada de Hércules, un relato de Pródico de Ceos en el que el protagonista debe elegir entre el camino de la virtud o del vicio (encarnados por los personajes de Virtud y Placer/ Vicio ―o Voluptas, o incluso Felicidad/vicio, según la traducción―).
Iba a hacerte un resumen pero la historia es molona (y se lee fácil), así que he decidido darte la opción de que te la cuente Jenofante (recordando el tratado sobre Hércules de Pródico).
(Si no te apetece leerla, saltátela y te cuento qué acaba decidiendo Hércules después del relato).
Por cierto, la pintura es del período barroco y es de Annibale Carracci (y conste que he llegado a ella desde la fábula, para ilustrártela, es todo, ni soy tan culta ni algo parecido a cortocircuito nº5).
(…)
Se dice que Hércules, apenas salido de la infancia y entrado en la pubertad, se estaba quieto, indeciso sobre el camino a elegir. Es la edad en la que los jóvenes, no dependiendo ya más que de ellos mismos, muestran el camino que tomará su vida, el de la virtud o el del vicio.Salieron entonces a su encuentro dos mujeres adultas. Una de ella, grata a la vista, libre en su forma de ser, ataviada decentemente, de mirada recatada, de gestos modestos y vestida de blanco. La otra, descubriendo el cuerpo de delicada piel, estaba tan acicalada de afeites que se veía más blanca y rosada de lo que era. Su bien erguida actitud aumentaba su natural altura: de mirada audaz, y ataviada para destacar su juventud en flor. Se observaba a sí misma siempre, atenta por ver si atraía las miradas ajenas, frecuentemente inclinada complacida ante su propia sombra.
Habiéndose ambas acercado a Hércules, la primera se le aproximó, pero la otra, deseosa de ser la primera, corrió hacia el joven y le habló en estos términos:
―Te veo, Hércules, indeciso del camino a tomar en la vida. Si haces de mi tu amiga, te conduciré por el camino más agradable y más cómodo, y nunca te faltará placer alguno, ni tu vida conocerá ninguna dificultad.
»En primer lugar, en vez de atender a la guerra y los negocios, no te ocuparás sino de elegir los manjares y los vinos que te resulten más agradables, de escoger los medios que más contribuyan al deleite de tus ojos, tus oídos, tu olfato y tu tacto, de escoger los muchachitos cuya relación te encante más, el lecho que sea más blando para tus sueños, en fin todos los medios para alcanzar una felicidad sin sombras.
»Si te inquietara la necesidad del dinero indispensable para hacer frente a estos gastos, no temas que hayas de lograrlo al precio de fatigas y dolores del cuerpo y del alma; antes, gozarás del fruto de los trabajos de otros, no privándote de nada de lo que pudieras sacar provecho. Gracias a mis relaciones, te conseguiré que puedas fácilmente obtener ventajas de todo tipo.
Hércules entonces le dijo: «Mujer, ¿cómo te llamas». Y ella dijo: «Mis amigos me llaman Felicidad, pero mis enemigos, para denigrarme, me llaman Vicio».
En el ínterin, se acercó la otra y le dijo:
―Vengo a ti, Hércules, informada ya sobre tus padres y de cómo eres, pues te he instruido desde que naciste. Así tengo esperanzas de que elegirás el camino que conduce a mí, que cumplirás la gran obra de las bellas y nobles acciones, y que me harás resplandecer ante los ojos de todos a fin de que, por los beneficios que otorgo, más me estimen y más me consideran.
»No te engañaré con que te inicies por el camino del placer, sino que, en cumplimiento de la ley impuesta por los dioses, te descubriré con toda verdad todas las cosas tal cual son. De lo que hay de bueno y bello, nada han acordado los dioses a los hombres sin esfuerzo y sin dedicación.
»En primer lugar, si quieres que los dioses te sean favorables, comienza por honrarlos. Si quieres que tus amigos te estimen, no les mezquines tus favores. Si deseas honra en la ciudad, séle útil. Si pretendes que toda la Hélade admire tu virtud, esfuérzate por ser bienvenido en ella. Si quieres que la tierra te de frutos en abundancia, cultívala. Si te propones enriquecerte en haciendas, cuida del ganado. Si buscas engrandecerte en la guerra, y quieres liberar a tus amigos y someter a tus enemigos, te conviene aprender el arte de la guerra de boca de los que saben, y buscar en la práctica cómo se hace la guerra.
»En fin, si quieres ser un hombre fuerte, es necesario que habitúes tu cuerpo a obedecer al espíritu, y entrenarlo con ejercicios a soportar el sudor de tu frente.
Entonces el Vicio retomando el diálogo le replicó, según Pródico:
―¿No ves, Hércules, cuán penoso y demorado es el camino a la felicidad por el que esta mujer quiere llevarte? Yo te conduciré a la felicidad por un camino fácil y breve.
Y la Virtud le replicó:
―¡Miserable!, ¿Qué alegría puedes prometes cuando no propones ninguno de los medios que puede conducir a ella? Ni siquiera esperas que nazca el deseo de las cosas buenas; antes de que aparezca, lo satisfaces por entero; haces comer antes del hambre, beber antes de la sed. Para manjares delicados, traes cocineros, para deliciosos vinos, los compras nuevos a alto precio, y, en pleno verano, corres sin resuello por todas partes en busca de la helada nieve; para reposar blandamente, no solo necesitas suaves frazadas, sino también lechos profundos.
»No buscas el reposo al acostarte, porque en realidad no has tenido nada que hacer. Antes de sentirlo, excitas por todos los medios el deseo de amor, y para ello no te privas de hacer uso de hembras y de varones. Enseñas a tus pupilos a gozar toda la noche del amor, y a dormir en las preciosas horas del día.
»Aunque eres una diosa inmortal, los demás dioses se alejan de ti, y los hombres honestos te tildan de infame. Lo que a todos nos resulta lo más agradable de oír, que los demás nos elogien, tú nunca lo has sentido; y lo que es más placentero de ver, tú nunca lo has visto: jamás has podido contemplar una digna obra producto de tus manos.
»¿Quién puede confiar en ti? ¿Quién te socorrería en tus necesidades? ¿Quién osaría cortejarte, si tus cortesanos, en su juventud son débiles, y en la vejez desvarían y pierden la sensatez? Estos adolescentes, en la flor de la edad, han sido educados sin conocer el esfuerzo; debilitados llegan con sufrimiento a la vejez; avergonzados de sí mismos, abrumados por la conciencia de lo que hubieran debido hacer, su juventud vuela de placer en placer, y su vejez no se ocupa de otra cosa que de apartar las molestias de la edad.
»Yo soy la que aconseja a los dioses y a las gentes de bien; ninguna hazaña de dioses o de hombres sería posible sin mi apoyo. Soy la más honrada entre los dioses y entre los hombres buenos de válidos elogios. Soy estimada socia de artesanos y artistas, fiel guardiana del hogar para los padres, auxiliar bienvenida de los servidores, buena colaboradora en el ejercicio de la paz, sólida aliada en las fatigas de la guerra, la mejor compañera de la amistad.
»Mis amigos gozan de paz, y del agradable placer del comer y beber, pues saben abstenerse de ellos hasta que les viene el apetito. Más dulce les es el sueño que a los ociosos que no se han fatigado; y no les molesta interrumpir el sueño, ni descuidan, por seguir durmiendo, sus obligaciones.
»Los jóvenes disfrutan de los elogios de los mayores, y los ancianos se complacen de las muestras de respeto de los jóvenes, y se recuerdan con satisfacción de su vida pasada, y aún al presente gozan del encanto de sus acciones. Gracias a mí, estos virtuosos son amados de los dioses, estimados de sus amigos, considerados por sus compatriotas. Y finalmente, llegada la hora fatal de la muerte, no bajan a la tumba olvidados y sin honor, sino que celebrados en himnos vive su memoria en los siglos futuros.
»¡Oh Hércules, hijo de padres excelentes! Tal es la vida por la cual, tomándote todo el trabajo necesario, te será concedido alcanzar la felicidad suprema.
Pródico prosiguió en estos términos el relato de la educación de Hércules por la Virtud, bien que sabía también adornar sus palabras con expresiones más excelentes que las mías.
― Jenofonte, recuerdos de Sócrates (Editorial Gredos)
Hércules se decanta por el camino quizá más difícil, pero indiscutiblemente más interesante.
Extrapolemos la historia de Hércules. Seamos como él. Decidámonos por la Virtud… aunque sea en pequeños pasos, aunque de vez en cuando, que ya sabemos que la tentación a la que nos enfrentamos es mayor a la de Hércules: Netflix sola ya es por sí mil veces Vicio, lo sé.
Apuntes finales
Ser conscientes de lo que consumimos y preguntarnos si cada decisión nos acerca a lo que somos o nos aleja de nuestra esencia; apostar por aquello que nutre nuestro alma y decir adiós a lo que no… Tan simple y tan complejo, pero toda una vida por delante para seguir perfeccionando esas deciecciones, ¿verdad?
Te invito a aprovechar estos días a hacerte preguntas y encontrar tus propias respuestas, poner atención en cómo te sientes, en qué piensas y, sobre todo, en cómo puedes prepararte y ajustarte para encarar esta nueva realidad con la que nos estamos encontrando.
Recordemos que no podremos controlar la nueva situación, pero sí nuestra actitud frente a ella.
Para terminar, retomo la encrucijada de Hércules y te hago un regalo musical: el final de la composición del libreto de Händel La elección de Hércules.
Es cierto que podría finalizar esta entrada de mil maneras distintas, pero no se me ocurre una que sea más inspiradora…