Falacia:
1. f. Engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien.
2. f. Hábito de emplear falsedades en daño ajeno.—Real Academia Española.
Retomamos el tema de la racionalidad, el pensamiento crítico y sus retos (en una primera parte tratamos los sesgos cognitivos) con las falacias lógicas, aquellos argumentos que podrían parecer acertados, pero que no lo son.
La historia es que, justamente por eso, porque parece que puedan estar en lo cierto, podemos encontrarnos aceptando sus conclusiones como verdaderas (sin dedicar un segundo a la reflexión) y dejando que, además, afecten nuestro poder de decisión (que es todavía peor).
Lo ideal, claro, es que las podamos identificar cuánto más rápido mejor (o aunque sea con una contorsión en el último momento, da igual), ya sea porque la estamos creando nosotros mismos, que puede ser (errar es humano), o porque nos encontremos frente a una de ellas, sea mal intencionada o no.
Maldades aparte (vamos a dejar las turbulencias a un lado), te propongo centrarnos en ajustar al máximo ese radar crítico para la identificación de algunas de las falacias lógicas más habituales, para que así no te pillen tan de sorpresa, que no es poco.
Hay muchas y de lo más variadas (siéntete libre en seguir explorándolas) pero aquí tienes una selección hasta 10, las que me parecen más relevantes de las que conozco.
Eso sí, acerquémonos desde la curiosidad y desde lo fascinante que es nuestra mente.
No creas en algo simplemente porque lo has oído. No creas en algo simplemente porque es dicho y muchos lo rumoran. No creas en algo simplemente porque se encuentra escrito en los libros religiosos. No creas en algo meramente por la autoridad de tus maestros y ancianos. No creas en tradiciones porque han pasado de mano en mano durante muchas generaciones. Solo después de observar y analizar, cuando encuentres algo que es acorde a la razón y conducente al bien y benéfico para uno y para todos, entonces acéptalo y vive según eso. ―Sidharta Gautama
Recopilando Falacias
[Notas previa]: el error en las falacias lógicas puede estar en las mismas premisas (su contenido es ya de por sí irracional y no pueden dar lugar a la conclusión) o por su vinculación (su relación no es válida, no existe coherencia entre ellas).
Voy a utilizar algunos ejemplos tontos y exagerados, pero creo que pueden calar más y ver mejor lo absurdo de todo este tipo de manipulación, que lo es. El objetivo es que, al final de la entrada, te hagas con un radar falogi para detectar falacias. De cualquier tamaño, incluso si es mental:
Ahí van 10 argumentaciones que requieren un estado «vigilante»:
#1. Ad hominem. Ataca a la persona, o una de sus condiciones, no a su argumento. Puede ser directo, indirecto o por una descualificación previa, faltándole al respeto. En todo caso, no debería afectar a su credibilidad y el ataque no tiene relación directa con el tema que se debate, pero se vincula.
1.a) Ataque directo (a una condición):
Eres pelirrojo… ¿Por qué debería aceptar tu teoría como cierta? Los pelirrojos estáis locos.
(Y entonces descubres luego que se trataba de Galileo. ¿Qué tendrá que ver su color de pelo con su capacidad de raciocinio y análisis?).
1.b) Ataque indirecto (asumiendo un interés de por medio):
Naturalmente que quiere que se supriman los exámenes: ¡es un alumno!
(Habrá que mirar primero cuáles son sus razones, ¿no?).
1.c) Por descualificación previa (desde una generalización caracteriturizada):
¡¿Qué sabrá siendo tan joven?! ¿Pero quién se ha creído? Además, mira qué pintas me lleva, si parece un payaso perroflauta venido de Marte, ¡por favor! Además, a ver hasta dónde llega que se ve a leguas que es demasiado emocional y es amigo de ese grupito que vive en las afueras…
#2. Ad ignoratium. Cuando algo no puede demostrarse que es falso, entonces queda contemplado como veraz, aunque no lo sea.
En otra vida fui Cleopatra. Y sí, lo de los baños con leche de burra es totalmente cierto, en serio.
(A ver quién da más).
La mayoría de la gente no fue a la manifestación, por lo que aprueban nuestra política.
(Pero espera, ¿significa eso que esté a favor de los recortes?).
#3. Ad verecundiam. Es la falacia de la autoridad, cuando se vincula una premisa con una persona reconocida y con prestigio, aunque no sea su campo).
Lionel Messi apuesta por la dieta paleo.
(Voy a asumir que conoces a Leo. Lo otro es inventado, no sé ni si la conoce).
#4. Ad Nauseam. La falacia de la repetición. Se bombardea tanto una idea que, al final, te la crees.
¿Conoces el método tal.y.cual? He leído ya en varios sitios que lo va a romper, así que mejor nos ponemos con él ya y no nos quedamos atrás.
(Claro, claro…).
#5. Por observación o lectura selectiva. Se escogen solo las circunstancias favorables a un punto de vista. O las desfavorables, si estás en contra.
Como señalan nuestros datos, nuestro método cumple con las exigencias de los ciudadanos.
(¿Y si cambiamos los criterios?).
#6. Por generalización. No hay término medio, o eres traidor o eres patriota; o eres ateo o eres fundamentalista; o eres de carne o eres de pescado. O escoges playa o escoges montaña. Y así, sin matices, pero con todo lo que conlleva o se ha decidido que conlleve
Es que es musulmán.
(¿Y? En fin).
#7. Ad misericordiam. «Ataca» a nuestros buenos sentimientos, no como complemento a las razones, sino para que las sustituya.
No querrás que tu familia sufra….
(Pues claro no, ¿pero eso te da libertad para manipularme?).
#8. Ad baculum. Se usa el temor y la amenaza, no un argumento.
Entiendo que nadie del equipo va a secundar la huelga, a no ser que quiera perder su trabajo, claro.
(Acabáramos).
#9. Pregunta compleja. Se asume como verdadera una información previa.
Entonces, ¿cómo hiciste para hacer trampas?
(¿Y si no las hiciste?).
10. Non causa pro causa. Se identifica como causa de un hecho aquello que justo le precede en el tiempo. Es una causa falsa.
Gracias a que el año pasado invertimos más dinero en prevención de asaltos, estos se han reducido en un 3%.
(¿Y si es por otra razón?).
(…)
Apuntes finales
¿Y qué me dices del lenguaje poético que hace que todo suene bien, aunque sea falso, incierto, incorrecto o inapropiado? («El amor duele» —espera, ¿siempre?— o cualquier estribillo de un hit del verano).
¿Y de esos eslóganes pegadizos que te prometen lo máximo, aunque no te dicen cómo? («Yo no soy tonto», «Porque tú lo vales»).
¿Del uso de citas y dichos famosos como el eje central de una campaña? ( Sé agua, mi amigo que decía Bruce Lee y que luego recuperó una marca de coches…).
¿De esa jerga técnica e intelectual con palabros complejos o nuevos (o los dos) que parece que le dé un valor mayor a lo que se presenta y luego se ponen de moda? (Ahora hay que ser resiliente, las isoflavinas, los abdominales hipopresivos, la meditación yumaranga —inventada—…).
¿Del uso de eufemismos? (daño colateral, intervención militar, democratización en el medio oriente —¿En serio?—).
¿De la ambigüedad para crear sensacionalismo, misericordia o terror?
¿De los equívocos que no requieren más de un segundo para analizarlos?
¿Cuando se compara la escuela y el mundo empresarial y se quieren implementar los procesos de uno al otro?
¿De esa mayoría consensuada que «hace» veraz cualquier postulado que se le antoje, aunque su aproximación sea errónea?
¿De ese lenguaje emocional para que caigamos en las redes del nuevo lo.que.sea «solo» porque te va a hacer sentir especial y más de todo.lo.bueno? («Entra bella, sal preciosa», «Despierta el tigre que hay en ti»… ¿Seguimos?).
¿De esa lista de turno con los mejores influencers (Me refiero a las «personas influyentes», pero ya sabes hasta qué punto se lleva lo anglosajón) respecto a un tema sin saber, de facto, hasta qué punto deberían serlo?
Pensamos que estamos en control y que nuestra mente consciente está en los mandos conduciendo nuestras decisiones y frenando a nuestro subconsciente.
En el momento de tomar una decisión, todos sentimos que estamos actuando libremente, seleccionando a voluntad una opción entre infinitas posibilidades. Pero la investigación sugiere que ese sentido de libertad puede ser una mera ilusión producida por el funcionamiento de cerebro humano. ―Richard Restak. The Brain Has a Mind of Its Own.
Pienso yo que, cuando hay premeditación o intereses de por medio, es una manipulación como otra cualquiera.
Y por eso mejor estar al loro. (Sin obsesionarse, claro, pero al loro).
Para ir terminando, una última reflexión: está claro que, como humanos, tenemos la capacidad pausada de reflexionar, observar y analizar lo que nos rodea sí, pero si todavía tengo algo más claro es que la mayoría de las veces nuestra parte inconsciente es la que toma los mandos y vamos por la vida con respuestas automáticas , emotivas y condicionadas, que no siempre vienen de la intuición.
Quizás la única fórmula para darnos cuenta de ello es escribir un diario, tener muy claros nuestros valores y avasallarnos de muchas preguntas para descubrir que hay detrás de nuestras decisiones, a lo Sócrates.
Ad infinitum y más allá, que nada es seguro y nada sabemos, pero que no sea por falta de interés, curiosidad o espíritu crítico.